Hay
algo, en la austera presencia del paisaje español que hiere el alma
con un sentimiento cercano a lo sublime.
Whashington
Irving
Es uno de esos rincones que dentro de la magia envolvente, te fascinan. Un lugar solo para el paso de bandoleros que quieren pasar por dicho entorno sin ser visto y disfrutar de un entorno con unas increíbles formaciones de lo más caprichosas sobresaliendo por un bosque de lo más denso, cada una moldeado por la magistral mano de una bella e inteligente naturaleza.
Desde
el comienzo del caminar por senderos de lo más exuberante eramos
testigos y foco de las miradas de los buitres que allí moraban.
Conformes avanzábamos nuestros pasos encontramos alguna que otra
edificación que tuvieron mejor vida y algunas zonas de pasto para la
ganadería vacuna con sus miradas fijas hacia nosotros, pilares
titánicos a los que ni a Hércules pasaría desapercibido. Después
de disfrutar de un breve camino dócil nos internamos en una zona en
la que solo los más atrevidos se atreven, gracias a la gran compañía
que llevaba ese día como guía, mi apreciado amigo Isi.
Dicho
día, nuestro propósito era de ver dos formaciones rocosas de lo más
singular, un conjunto de lajas que sobresalían del lujurioso bosque
siendo una de las que están en la parte superior tiene un orificio
con un circulo perfecto y el otro a poca distancia al que llaman el
Borbón por
su parecido al rey Juan Carlos I, otros que un guerrero con su casco,
ambos casos son aceptables, sin duda es un “capricho” de la madre
naturaleza.
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