“No
desearía ni el cuerno de Amaltea ni reinar ciento cincuenta años en
Tartessos”
Estrabón
(Geografía III, 2, 14)
¿Cuando
llegaron los fenicios?
Establecer
una cronología entre los Tartessos y los fenicios no es tarea fácil
para los historiadores. Desde hace unas décadas se sostiene que la
llegada de los fenicios a nuestras costas fue en el siglo XII a. C. y
que fundaron la ciudad de Gadir en el año 1.104 a. C., lo cual lleva
que antes de eso hubiera un “puesto avanzado”, es decir, a un
pequeño número de personas para mantener un contacto con los
indígenas, que con el tiempo vieron las riquezas que tenían los
Tartessos en materiales. Referente a la fecha de fundación de Gadir,
se basan en los datos recopilados de varios escritos de autores
griegos y romanos siendo el más decisivo de todos aquellos un texto
de Velayo Patérculo, un historiador romano (Caius
Vellleius Paterculus, 19 a. c. 31 d. C.),
que afirmaba sin margen de error que Gadir fue fundada 80 años
después de la Guerra de Troya. Que según los mismos textos clásicos
fue en 1.184 a. C., sin embargo, los restos más antiguos encontrados
no suelen pasar del siglo VIII a. C.
Los
especialistas, para solucionar esta situación, comenzaron a utilizar
el concepto de pre-colonización, para poder congeniar ambos tipos de
fuentes y la pre-colonización se podía explicar el comienzo de las
explotaciones geográficas fenicias a lo largo del Mediterráneo y el
acercamiento entre colonizadores e indígenas. Dichos encuentros
nunca habrían sido abundantes y escasos, lo que lleva algunos
asentamientos fenicios de muy escasa entidad y para nada se
parecerían a las colonias o ciudades posteriores, siendo solamente
pequeñas escala dentro de las rutas comerciales, en las que tal vez
vivieran algunos artesanos con un número reducido de personas con el
fin de mantener el enclave. Esta sería la etapa pre-colonial.
¿Quienes
eran los fenicios?
Todos aquellos
libros de historia que traten de hablar de la historia de uno, no
pueden dejar de lado la historia del segundo.
Fenicios es como los
que denominaban los griegos, pero el nombre étnico que se daban los
fenicios a si mismo canaaneos
que significa “hijos
de Canaán”, nombre que viene citado en la biblia:
<<El
Señor ha extendido su mano sobre el mar. Ha hecho temblar los
reinos. Ha dado orden respecto a Canaán para que destruya sus
fortalezas.>>
(Isaías
23, 11)
Por
cuestiones metodológicas, la historia ha utilizado la definición de
fenicios, que como decíamos es como lo llamaban los griegos, muy
probablemente por los tintes de color púrpura que comerciaban y que
eran muy apreciados. Fenicia es el nombre de una antigua región de
Oriente Próximo, cuna de la civilización fenicio-púnica,
extendiéndose a lo largo del Levante Mediterráneo. Su territorio
abarcaba desde la desembocadura del río Orontes al norte, hasta la
bahía de Haifa al sur. Poblada desde principios del III milenio a.
C. por semitas cananeos. La fenicia histórica se extiende sobre una
estrecha franja costera de 40 km, desde el monte Carmelo hasta
Ugarit, aproximadamente 300 km.
Su
suelo, al ser montañoso era poco apto para la agricultura, aún así
se esforzaban para sacarle provecho, pero se oriento mayoritariamente
a las actividades marítimas. Con más razón el mar se impuso a este
pueblo, al quedar dividido en pequeñas ciudades estados separados
por rocosos espolones, pues el cabotaje era mejor que las vías
terrestres para el contacto entre ciudades.
La
economía de los fenicios era el comercio y la navegación, su
actividad principal. A pesar de que habitaban una región
accidentada, aprovechaban al máximo las posibilidades del suelo para
la explotación agrícola, cultivando hasta en las laderas de las
montañas.
Fueron uno de los
primeros pueblos antiguos en tener un importante efecto sobre la
historia del vino. También hay que destacar la cerámica fenicia,
muy utilizada y comercializada; así como los objetos de vidrio
coloreado y sus tejidos de lana teñidos con púrpura de Tiro, un
colorante extraído de un molusco (el
múrice, del género Murex, y cuyo nombre griego -phoinikes, derivado
de phoinos: “rojo sangre”- identifica tanto al tinte como al
pueblo que lo comercializaba)
MUREX PECTEN |
MUREX SP. |
Los fenicios
desarrollaron una industria de artículos de lujo muy solicitados en
la época y de gran valor comercial, como joyas, perfumes y
cosméticos.
Los fenicios
fueron los inventores del alfabeto, comenzó con una serie de
ideogramas, un conjunto de símbolos que representaban animales y
objetos, a lo que se le asignaba un valor fonético de acuerdo al
nombre, en idioma fenicio del animal u objeto representado; este
alfabeto solo contenía consonantes, veintidós en total. Al ser un
sistema simple permitía la difusión del conocimiento y la cultura.
Posteriormente,
los griegos adoptaron el alfabeto fenicio para representar su idioma,
tomando algunas letras del alfabeto fenicio y les dieron un valor de
vocal. El alfabeto fenicio ha sido de una u otra forma la base para
los otros alfabetos como el latino, griego, civílico árabe. En el
caso del alfabeto latino proviene del alfabeto etrusco, que fue a su
vez una adaptación del alfabeto griego.
Para ir
terminando con el apartado de los fenicios, de las ciudades-estado
que formaban esta antigua región, Tiro es la más importante en la
historia de los Tartessos, pues la metrópoli desde donde partieron
aquellos que fundaron Gadir
y los que fundaron Cartago.
Sobre la
toponimia de Tiro, es que ellos mismos se llamaban a la ciudad de Sor
o Sur ( que
quiere decir “Roca”).
Tiro surge sobre
el 1.300 a. C., según Heródoto
fue fundada
al rededor del 2.700 a. C. Consistía en dos distintos centros
urbanos, uno el de la isla y el otro en la costa adyacente,
aproximadamente entre 5 ó 6 km, antes de que Alejandro Magno
conectase la isla con la costa durante su asedio a
la ciudad.
Fue una ciudad isleña fuertemente fortificada en medio del mar y con
muros defensivos de 45 metros de altura. Hacía el 1.190 a. C. fue
repoblada por gente de Sidón
y en el
siglo IX a. C. sometió a su antigua metrópoli, para luego pasar a
ser tributaria a Asiria.
Los comerciantes tirios fueron los primeros que se aventuraron a
navegar en las aguas mediterráneas, lo que hizo convertirse en un
puerto importante de Fenicia, alcanzando gran prosperidad económica,
de él salieron los barcos para fundar las numerosas colonias.
Las
causas de la colonización
Normalmente se ha
asociado a la colonización fenicia con la única intención del
comercio, nada más lejos de la realidad, sin renunciar a la
importancia que para ellos tenían la impulsión del comercio, los
investigadores, o casi todos, contemplan posibles factores por los
fenicios potenciaban la comercialización creando muchas colonias por
el Mediterráneo responde tanto a causas internas como externas. Las
causas internas, se consideraban varios factores, el pequeño
territorio en el que vivían, en el que ofrecían pocos recursos y el
reducido terreno agrícola no llegaban para alimentar a una población
que iba en crecimiento, fue la base de que crearan ciudades en las
que le aportaban diferentes tipos de alimentos y materiales más que
ciudadanos fenicios se quedaban a vivir en diferentes colonias.
Referencias
históricas
Sobre las
referencias históricas de Tartessos más conocidas sin duda es la
que ha proporcionado Heródoto
de Halicarnaso, el que es considerado el padre de la
historia y etnógrafo griego, que en el siglo V a. C. Pues, las
primeras palabras de su obra conocida, precisa y simplemente
Historia, son
las que viene a continuación:
“La publicación que
Heródoto de Halicarnoso va a presentar de su historia se dirige
principalmente a que no llegue a desvanecer con el tiempo la memoria
de los hechos públicos de los hombres, ni menos a oscurecer las
grandes y maravillosas hazañas, así de los griegos como de los
bárbaros. Con este objeto refiere una infinidad de sucesos varios e
interesantes, y expone con esmero las causas y motivos de las guerras
que se hicieron mutuamente los unos a los otros.”
En sus trabajos,
donde premiaban las listas que enumeraban hechos y gobernantes,
también buscaba las causas de los acontecimientos, siendo él mismo
el que se desplazaba a los lugares que escribe y recabar información
de primera mano, incluyendo en sus trabajos las leyendas, costumbres
y tradiciones de los pueblos que estudiaba. A lo que conseguía unos
trabajos de gran importancia por hacer una reconstrucción histórica
y de lectura fácil y amena, teniendo un buen hilo conductor y no es
una mera acumulación de datos.
El único rey
tartesio del que nos hace referencia Heródoto y
además carente de mitología alguna es, Argantonio. Hay que tener en
cuenta que los trabajos hechos por este historiador griego eran sobre
Grecia y las zonas más orientales, y solo cuando existía alguna
relación entre lo que escribía y el reino de los Tartessos es
cuando escribía sobre Grecia.
Uno de esos casos
es cuando menciona una travesía del comerciante Colaios,
que saliendo con su barco del puerto de Samos, polis
griega situada en una isla frente a las costa de Asia Menor hacia
Egipto, pero el viento es caprichoso:
[…] como no quisiese
amainar, les obligó a pasar más allá de las Columnas de Hércules,
y aportar por su buena suerte a Tartessos. Era entonces Tartessos
para los griegos un imperio virgen y reciente que acababan de
descubrir. Allí negociaron también con sus géneros, que ninguno
les igualó jamás en la ganancia del viaje, al menos de aquellos que
puedo hablar con fundamento […]. Los samios, poniendo aparte la
décima de su ganancia, que subió a seis talentos, hicieron con ella
un caldero de bronce a manera de pila Argólica; alrededor de él
había unos Grifos mirándose unos a otros, y era sostenido por tres
colosos puestos de rodillas, cada uno de siete codos de alto: fue
dedicado en el Hereo.
Historia, 4, 152
También en este
otro caso:
Para decir algo de
Focea, conviene saber que los primeros griegos que hicieron largos
viajes por mar fueron estos focenses, los cuales descubrieron el mar
Adriático, la Tirrenia, la Iberia y Tartessos, no valiéndose de
naves redondas, sino sólo de sus “penteconteros” o naves de
cincuenta remos. Habiendo llegado a Tartessos, supieron ganarse toda
la confianza y amistad del rey de los tartesios, Argantonio, el cual
ochenta años había que rea señor de Tartessos, y vivió hasta la
edad de ciento veinte; y era tanto lo que este príncipe los amaba,
que cuando la primera vez desampararon la Jonia, les convido con sus
dominios, instándoles para que escogiesen en ellos la morada que más
les acomodase. Pero viendo que no les podía persuadir, y sabiendo de
su boca el aumento que cada día tomaba el poder de los medos, tuvo
la generosidad de darles dinero para la fortificación de su ciudad,
y lo hizo con tal abundancia, que siendo el circuito de las murallas
de no pocos estadios, bastó para fabricarlas todas de grandes y
labradas piedras.
Historia, 1, 163
Se llegó a un
momento en que todo el Mediterráneo había un gran número de
colonias fenicias y griegas a lo que las relaciones entre distintas
potencias cobraran suma importancia.
También hay
otras fuentes que nombra a los Tartessos, como el griego Estrabón,
pero este es más bien de tipo geográfico, al igual que la obra “Ora
Marítima” del romano Avieno,
autor del siglo IV d. C., nacido en Volsinii en Etruria en el centro
de Italia, una antigua región histórica que en época de Avieno
ya era romana. Sus trabajos, en la actualidad se ha confirmado por la
mayoría de los investigadores, que las fuentes que había consultado
eran anteriores al año 500 a. C., siendo una cartografía amplisima
y es la primera que viene sobre Hispania con muchísimos datos, en el
caso que nos trae, sitúa a Tartessos (ciudad) en un golfo, que tenía
su mismo nombre y que él confunde con Gadir, se puede leer en Ora
Marítima 265-295:
“Aquí se extienden
en su amplitud las costas del golfo de Tartessos […] aquí esta la
ciudad de Gadir, pues la lengua fenicia llamaba gadir a un lugar
cerrado. Fue llamada, antes, Tartessos, ciudad grande y rica en
tiempos antiguos; pero ahora pobre y pequeña, y abandonada, ahora un
montón de ruinas. Nosotros en estos lugares no vimos nada digno de
admirar, excepto el culto a Hércules. […] El río de Tartessos,
deslizándose por campos abiertos desde el lago Ligustino, ciñe la
isla por ambos lados con su corriente. Y no corre por un solo lecho,
ni surca él solo la tierra subyacente, pues, por el lado por donde
nace la luz de la aurora proyecta tres brazos sobre los campos; dos
veces, con dos desembocaduras, baña también las zonas meridionales
de la ciudad. Pero, encima de la marisma, se proyecta el monte
Argentario, llamado así por los antiguos debido a su aspecto, pues
refulge en sus vertientes por la gran cantidad de estaño, y despide
más luz todavía hacia los aires,, en la lejanía, cuando el sol ha
herido sus excelsas cimas con rayos de fuego. El mismo río, a su
vez, hace rodar, con sus aguas, limaduras de pesado estaño y
arrastra el valioso metal junto a sus murallas. […] Como hemos
dicho más arriba, el mar de en medio separa la ciudadela de Geronte
y el cabo de un templo, y entre rocas escarpadas se forma un bahía.
Junto al segundo cabo desemboca un ancho río. Al fondo se proyecta
el monte de los tartesios, de sombríos boscajes. Aquí se halla la
isla de Eretía, de extensos campos, y en otro tiempo bajo el dominio
púnico, pues unos colonos de Cartago fueron los primeros en
ocuparla. Y Eretía está separada del continente por un brazo de mar
a cinco estadio de la ciudadela.”
Bibliografía:
-Carrillo, Raquel.
“Breve historia de Tartessos”. Editorial Nowtilus
-Ramos, Javier;
Martínez-Pinna, Javier. “El enigma Tartessos”, La primera
civilización de la Península Ibérica.
Editorial ACTAS.
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