viernes, 24 de abril de 2020

TARTESSOS Y FENICIOS

No desearía ni el cuerno de Amaltea ni reinar ciento cincuenta años en Tartessos”
Estrabón (Geografía III, 2, 14)

REPRESENTACIÓN DE LA DIOSA FENICIA ASTARTÉ EN BRONCE CARRIAZO


¿Cuando llegaron los fenicios?
   Establecer una cronología entre los Tartessos y los fenicios no es tarea fácil para los historiadores. Desde hace unas décadas se sostiene que la llegada de los fenicios a nuestras costas fue en el siglo XII a. C. y que fundaron la ciudad de Gadir en el año 1.104 a. C., lo cual lleva que antes de eso hubiera un “puesto avanzado”, es decir, a un pequeño número de personas para mantener un contacto con los indígenas, que con el tiempo vieron las riquezas que tenían los Tartessos en materiales. Referente a la fecha de fundación de Gadir, se basan en los datos recopilados de varios escritos de autores griegos y romanos siendo el más decisivo de todos aquellos un texto de Velayo Patérculo, un historiador romano (Caius Vellleius Paterculus, 19 a. c. 31 d. C.), que afirmaba sin margen de error que Gadir fue fundada 80 años después de la Guerra de Troya. Que según los mismos textos clásicos fue en 1.184 a. C., sin embargo, los restos más antiguos encontrados no suelen pasar del siglo VIII a. C.
   Los especialistas, para solucionar esta situación, comenzaron a utilizar el concepto de pre-colonización, para poder congeniar ambos tipos de fuentes y la pre-colonización se podía explicar el comienzo de las explotaciones geográficas fenicias a lo largo del Mediterráneo y el acercamiento entre colonizadores e indígenas. Dichos encuentros nunca habrían sido abundantes y escasos, lo que lleva algunos asentamientos fenicios de muy escasa entidad y para nada se parecerían a las colonias o ciudades posteriores, siendo solamente pequeñas escala dentro de las rutas comerciales, en las que tal vez vivieran algunos artesanos con un número reducido de personas con el fin de mantener el enclave. Esta sería la etapa pre-colonial.

¿Quienes eran los fenicios?
   Todos aquellos libros de historia que traten de hablar de la historia de uno, no pueden dejar de lado la historia del segundo.
   Fenicios es como los que denominaban los griegos, pero el nombre étnico que se daban los fenicios a si mismo canaaneos que significa “hijos de Canaán”, nombre que viene citado en la biblia:
<<El Señor ha extendido su mano sobre el mar. Ha hecho temblar los reinos. Ha dado orden respecto a Canaán para que destruya sus fortalezas.>>
(Isaías 23, 11)

   Por cuestiones metodológicas, la historia ha utilizado la definición de fenicios, que como decíamos es como lo llamaban los griegos, muy probablemente por los tintes de color púrpura que comerciaban y que eran muy apreciados. Fenicia es el nombre de una antigua región de Oriente Próximo, cuna de la civilización fenicio-púnica, extendiéndose a lo largo del Levante Mediterráneo. Su territorio abarcaba desde la desembocadura del río Orontes al norte, hasta la bahía de Haifa al sur. Poblada desde principios del III milenio a. C. por semitas cananeos. La fenicia histórica se extiende sobre una estrecha franja costera de 40 km, desde el monte Carmelo hasta Ugarit, aproximadamente 300 km.



   Su suelo, al ser montañoso era poco apto para la agricultura, aún así se esforzaban para sacarle provecho, pero se oriento mayoritariamente a las actividades marítimas. Con más razón el mar se impuso a este pueblo, al quedar dividido en pequeñas ciudades estados separados por rocosos espolones, pues el cabotaje era mejor que las vías terrestres para el contacto entre ciudades.




   La economía de los fenicios era el comercio y la navegación, su actividad principal. A pesar de que habitaban una región accidentada, aprovechaban al máximo las posibilidades del suelo para la explotación agrícola, cultivando hasta en las laderas de las montañas.
   Fueron uno de los primeros pueblos antiguos en tener un importante efecto sobre la historia del vino. También hay que destacar la cerámica fenicia, muy utilizada y comercializada; así como los objetos de vidrio coloreado y sus tejidos de lana teñidos con púrpura de Tiro, un colorante extraído de un molusco (el múrice, del género Murex, y cuyo nombre griego -phoinikes, derivado de phoinos: “rojo sangre”- identifica tanto al tinte como al pueblo que lo comercializaba)

MUREX PECTEN

MUREX SP.



   Los fenicios desarrollaron una industria de artículos de lujo muy solicitados en la época y de gran valor comercial, como joyas, perfumes y cosméticos.
   Los fenicios fueron los inventores del alfabeto, comenzó con una serie de ideogramas, un conjunto de símbolos que representaban animales y objetos, a lo que se le asignaba un valor fonético de acuerdo al nombre, en idioma fenicio del animal u objeto representado; este alfabeto solo contenía consonantes, veintidós en total. Al ser un sistema simple permitía la difusión del conocimiento y la cultura.
Posteriormente, los griegos adoptaron el alfabeto fenicio para representar su idioma, tomando algunas letras del alfabeto fenicio y les dieron un valor de vocal. El alfabeto fenicio ha sido de una u otra forma la base para los otros alfabetos como el latino, griego, civílico árabe. En el caso del alfabeto latino proviene del alfabeto etrusco, que fue a su vez una adaptación del alfabeto griego.




   Para ir terminando con el apartado de los fenicios, de las ciudades-estado que formaban esta antigua región, Tiro es la más importante en la historia de los Tartessos, pues la metrópoli desde donde partieron aquellos que fundaron Gadir y los que fundaron Cartago.
Sobre la toponimia de Tiro, es que ellos mismos se llamaban a la ciudad de Sor o Sur ( que quiere decir “Roca”).
Tiro surge sobre el 1.300 a. C., según Heródoto fue fundada al rededor del 2.700 a. C. Consistía en dos distintos centros urbanos, uno el de la isla y el otro en la costa adyacente, aproximadamente entre 5 ó 6 km, antes de que Alejandro Magno conectase la isla con la costa durante su asedio a la ciudad. Fue una ciudad isleña fuertemente fortificada en medio del mar y con muros defensivos de 45 metros de altura. Hacía el 1.190 a. C. fue repoblada por gente de Sidón y en el siglo IX a. C. sometió a su antigua metrópoli, para luego pasar a ser tributaria a Asiria. Los comerciantes tirios fueron los primeros que se aventuraron a navegar en las aguas mediterráneas, lo que hizo convertirse en un puerto importante de Fenicia, alcanzando gran prosperidad económica, de él salieron los barcos para fundar las numerosas colonias.

Las causas de la colonización
   Normalmente se ha asociado a la colonización fenicia con la única intención del comercio, nada más lejos de la realidad, sin renunciar a la importancia que para ellos tenían la impulsión del comercio, los investigadores, o casi todos, contemplan posibles factores por los fenicios potenciaban la comercialización creando muchas colonias por el Mediterráneo responde tanto a causas internas como externas. Las causas internas, se consideraban varios factores, el pequeño territorio en el que vivían, en el que ofrecían pocos recursos y el reducido terreno agrícola no llegaban para alimentar a una población que iba en crecimiento, fue la base de que crearan ciudades en las que le aportaban diferentes tipos de alimentos y materiales más que ciudadanos fenicios se quedaban a vivir en diferentes colonias.

Referencias históricas
Sobre las referencias históricas de Tartessos más conocidas sin duda es la que ha proporcionado Heródoto de Halicarnaso, el que es considerado el padre de la historia y etnógrafo griego, que en el siglo V a. C. Pues, las primeras palabras de su obra conocida, precisa y simplemente Historia, son las que viene a continuación:
La publicación que Heródoto de Halicarnoso va a presentar de su historia se dirige principalmente a que no llegue a desvanecer con el tiempo la memoria de los hechos públicos de los hombres, ni menos a oscurecer las grandes y maravillosas hazañas, así de los griegos como de los bárbaros. Con este objeto refiere una infinidad de sucesos varios e interesantes, y expone con esmero las causas y motivos de las guerras que se hicieron mutuamente los unos a los otros.”
   En sus trabajos, donde premiaban las listas que enumeraban hechos y gobernantes, también buscaba las causas de los acontecimientos, siendo él mismo el que se desplazaba a los lugares que escribe y recabar información de primera mano, incluyendo en sus trabajos las leyendas, costumbres y tradiciones de los pueblos que estudiaba. A lo que conseguía unos trabajos de gran importancia por hacer una reconstrucción histórica y de lectura fácil y amena, teniendo un buen hilo conductor y no es una mera acumulación de datos.
El único rey tartesio del que nos hace referencia Heródoto y además carente de mitología alguna es, Argantonio. Hay que tener en cuenta que los trabajos hechos por este historiador griego eran sobre Grecia y las zonas más orientales, y solo cuando existía alguna relación entre lo que escribía y el reino de los Tartessos es cuando escribía sobre Grecia.
   Uno de esos casos es cuando menciona una travesía del comerciante Colaios, que saliendo con su barco del puerto de Samos, polis griega situada en una isla frente a las costa de Asia Menor hacia Egipto, pero el viento es caprichoso:
[…] como no quisiese amainar, les obligó a pasar más allá de las Columnas de Hércules, y aportar por su buena suerte a Tartessos. Era entonces Tartessos para los griegos un imperio virgen y reciente que acababan de descubrir. Allí negociaron también con sus géneros, que ninguno les igualó jamás en la ganancia del viaje, al menos de aquellos que puedo hablar con fundamento […]. Los samios, poniendo aparte la décima de su ganancia, que subió a seis talentos, hicieron con ella un caldero de bronce a manera de pila Argólica; alrededor de él había unos Grifos mirándose unos a otros, y era sostenido por tres colosos puestos de rodillas, cada uno de siete codos de alto: fue dedicado en el Hereo.
Historia, 4, 152
   También en este otro caso:
Para decir algo de Focea, conviene saber que los primeros griegos que hicieron largos viajes por mar fueron estos focenses, los cuales descubrieron el mar Adriático, la Tirrenia, la Iberia y Tartessos, no valiéndose de naves redondas, sino sólo de sus “penteconteros” o naves de cincuenta remos. Habiendo llegado a Tartessos, supieron ganarse toda la confianza y amistad del rey de los tartesios, Argantonio, el cual ochenta años había que rea señor de Tartessos, y vivió hasta la edad de ciento veinte; y era tanto lo que este príncipe los amaba, que cuando la primera vez desampararon la Jonia, les convido con sus dominios, instándoles para que escogiesen en ellos la morada que más les acomodase. Pero viendo que no les podía persuadir, y sabiendo de su boca el aumento que cada día tomaba el poder de los medos, tuvo la generosidad de darles dinero para la fortificación de su ciudad, y lo hizo con tal abundancia, que siendo el circuito de las murallas de no pocos estadios, bastó para fabricarlas todas de grandes y labradas piedras.
Historia, 1, 163
   Se llegó a un momento en que todo el Mediterráneo había un gran número de colonias fenicias y griegas a lo que las relaciones entre distintas potencias cobraran suma importancia.
También hay otras fuentes que nombra a los Tartessos, como el griego Estrabón, pero este es más bien de tipo geográfico, al igual que la obra “Ora Marítima” del romano Avieno, autor del siglo IV d. C., nacido en Volsinii en Etruria en el centro de Italia, una antigua región histórica que en época de Avieno ya era romana. Sus trabajos, en la actualidad se ha confirmado por la mayoría de los investigadores, que las fuentes que había consultado eran anteriores al año 500 a. C., siendo una cartografía amplisima y es la primera que viene sobre Hispania con muchísimos datos, en el caso que nos trae, sitúa a Tartessos (ciudad) en un golfo, que tenía su mismo nombre y que él confunde con Gadir, se puede leer en Ora Marítima 265-295:
Aquí se extienden en su amplitud las costas del golfo de Tartessos […] aquí esta la ciudad de Gadir, pues la lengua fenicia llamaba gadir a un lugar cerrado. Fue llamada, antes, Tartessos, ciudad grande y rica en tiempos antiguos; pero ahora pobre y pequeña, y abandonada, ahora un montón de ruinas. Nosotros en estos lugares no vimos nada digno de admirar, excepto el culto a Hércules. […] El río de Tartessos, deslizándose por campos abiertos desde el lago Ligustino, ciñe la isla por ambos lados con su corriente. Y no corre por un solo lecho, ni surca él solo la tierra subyacente, pues, por el lado por donde nace la luz de la aurora proyecta tres brazos sobre los campos; dos veces, con dos desembocaduras, baña también las zonas meridionales de la ciudad. Pero, encima de la marisma, se proyecta el monte Argentario, llamado así por los antiguos debido a su aspecto, pues refulge en sus vertientes por la gran cantidad de estaño, y despide más luz todavía hacia los aires,, en la lejanía, cuando el sol ha herido sus excelsas cimas con rayos de fuego. El mismo río, a su vez, hace rodar, con sus aguas, limaduras de pesado estaño y arrastra el valioso metal junto a sus murallas. […] Como hemos dicho más arriba, el mar de en medio separa la ciudadela de Geronte y el cabo de un templo, y entre rocas escarpadas se forma un bahía. Junto al segundo cabo desemboca un ancho río. Al fondo se proyecta el monte de los tartesios, de sombríos boscajes. Aquí se halla la isla de Eretía, de extensos campos, y en otro tiempo bajo el dominio púnico, pues unos colonos de Cartago fueron los primeros en ocuparla. Y Eretía está separada del continente por un brazo de mar a cinco estadio de la ciudadela.”


Bibliografía:
-Carrillo, Raquel. “Breve historia de Tartessos”. Editorial Nowtilus
-Ramos, Javier; Martínez-Pinna, Javier. “El enigma Tartessos”, La primera civilización de la Península Ibérica.
Editorial ACTAS.

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