domingo, 25 de septiembre de 2022

SAMUEL IRENAEUS PRIME - VIAJEROS AMERICANOS EN LA ANDALUCÍA DEL XIX

Nos hallábamos ahora en las llanuras, frente a glaciales colinas colinas andaluzas. En la suave luz del sol de este cálido día de invierno, las colinas parecían dormidas y como disfrutando de su inamovible reposo. Toda la naturaleza, incluso ahora, invitaba al descanso.



Fecha del viaje: 1873.

The Alhambra and the Kremlin. Nueva York, 1882.

(La Alhambra y el Kremlin)

   Nació en Ballston, Nueva York, el 4 de noviembre de 1812, hijo de Benjamín Youngs Prime. Se graduó en la universidad privada Williams College en 1829 y tres años más tarde ingresó en el Seminario Teológico de Princeton, obteniendo la licencia para predicar en 1833 y en 1835 fue nombrado pastor de la Iglesia Presbiteriana en Ballston Spa, Nueva York.

 Al igual que su padre, se hizo clérigo presbiteriano. Editor del periódico The New York Observer durante cuarenta y cinco años. Hombre de letras, en la que los primeros compases de la década de los setenta, recorrió Europa en la que incluyo  a España entre los países a visitar.

   Cierta obsesión tienen los americanos con Granada, así lo refleja en la introducción y páginas iniciales de su relato. Época en la que el ferrocarril comienza a cubrir los primeros tramos del suelo hispano. En su recorrido de Madrid con destino a Andalucía, sigue una de las rutas tradicionales, alternando la diligencia con el tren. Siendo en este entra en la provincia de Jaén, que lo reciben con la reparación de un puente: "A todos los pasajeros nos pidieron que nos bajaremos. En fila de a uno atravesamos el puente y allí esperamos el tren. Llego enseguida, libre de su carga, lento y seguro".

   Pero en lo que Prime, drásticamente, se aparta de sus compatriotas es en el concepto que se merece Andalucía, incluyendo la primera comida que aquí toma:

Nos encontramos ahora en Andalucía, en una de las peores regiones de España. Verdad que es Andalucía, y que el sonido de su nombre es melodioso y sugiere belleza y pastorales delicias, pero la provincia de Jaén, de cuya capital nos encontramos cerca de una población de trecientos sesenta mil habitantes, más de trecientos mil son analfabetos. Como la ignorancia y el crimen se dan de la mano, anualmente se contabilizan entre trescientos cincuenta y cuatrocientos asesinatos, y casi los mismos robos. Es un panorama tan sombrío como cierto, al igual que, en cientos de ciudades, el alcalde no sabe leer ni escribir.

   En Mengíbar nos paramos a almorzar, desayunar, cenar o comoquiera que se le llame. Era difícil recordar dónde o cuándo habíamos tenido la última comida y cual fue la clase. Todavía era más complicado era adivinar el nombre del plato que teníamos delante de nuestros ojos. La fuente "había sido" pollo, pero en un momento avanzado estado post mortem, se le había sometido a un baño de salmuera y ahora nos lo ofrecen para consumir. Un tímido bocado fue suficiente. Volvió a su salmuera en espera de un viajero más atrevido o con un mayor apetito. Luego nos sirvieron un estofado. Sugerí que era liebre. Mi compañero pensó que era carne de gato. Le di el beneficio de la duda y lo dejé. El precio de la comida, que en vano habíamos tratado comenzar, era el mismo que el de mucho hoteles reconocidos de París: cuatro francos.

Nos hallábamos ahora en las llanuras, frente a glaciales colinas colinas andaluzas. En la suave luz del sol de este cálido día de invierno, las colinas parecían dormidas y como disfrutando de su inamovible reposo. Toda la naturaleza, incluso ahora, invitaba al descanso. Empezamos a sentir la languidez del clima. Los únicos árboles eran olivos. Ningún pájaro contaba para que no creyéramos que era verano. Paramos con frecuencia en pequeñas estaciones, con objeto de dejar y recoger el correo. Las cartas y los periódicos estaban atados, en paquetes, con una cuerda y los entregaban a los empleados del tren a un muchacho o a una mujer que los recibía en la mano. La correspondencia del lugar se le entregaba, al empleado, de la misma manera. Ni bolsas, ni cajas, ni cerrojos, ni llaves, ni siquiera una leve envoltura para proteger las cartas. Es la forma de hacer las cosas en este país.


Falleció el 18 de julio de 1885 a los 72 años en Mánchester, Vermont


Bibliografía:


- "Viajeros Americanos en la Andalucía del XIX". Garrido Domínguez, Antonio. Editorial "La Serranía", Ronda 2007.


- "Viajeros del XIX Cabalgan por la Serranía de Ronda, El camino inglés". Garrido Domínguez, Antonio. Editorial "La Serranía", Ronda 2006.


- Otras fuentes en internet.