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lunes, 14 de marzo de 2022

MORDECAI MANUEL NOAH - VIAJEROS AMERICANOS EN LA ANDALUCÍA DEL SIGLO XIX

 Vosotros, Caballeros españoles de noble cuna. Vosotros, Señores y Principales. Ah, qué poco pensáis en los humildes arrieros, que se ganan la vida honradamente.

MORDECAI MANUEL NOAH. Dibujo 1819


Fecha del viaje: 1813

Travels in England, France, Spain and the Barbary States in the years 1813, 14 and 15. (Viajes por Inglaterras, Francia, España y los estados de la Berbería, en los años 1813, 1814 y 1815) Nueva york 1819.

Nacido el 14 de julio de 1785 en Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos. El primer americano de los nacidos, viviendo y con el estatus de residencia en Estados Unidos, que viene a España. En cierta forma, es un prototipo de viajero que no tenía incluido en su agenda como razón prioritaria del disfrute sensorial o como fuente de conocimiento que ofrecía la visita al país que arribaba, aunque al final fue tentado tentado por él, por sus peculiaridades y diferencias podría ser el judío Mordecai Manuel Noah. Hijo de una familia de comerciantes de origen sefardí que emigró desde Alemania a Estados Unidos a mediados del siglo XVIII, se estima como el primer escritor judío americano de envergadura. Periodista, ensayista, autor teatral y político. Aunque más conocido como el visionario que intentó en 1825 crear un estado judío, al que llamó Ararat, dentro de Nueva York. Habría que señalar en su carrera política que, siendo jefe de la policía de Nueva York, cuando la ciudad fue asolada por la epidemia de la fiebre amarilla en 1822, abrió las las puertas de la prisión en la que estaban encerrado los que no podían hacer frente a sus pagos y en la que se vio obligado Noah a hacerse cargo de todas y cada una de las deudas contraídas por aquéllos.

En 1813, España no es un país que se apetezca visitar.  Todavía resonaban por doquier los ecos de los recientes enfrentamientos con las tropas de Napoleón estando muy a la vista la destrucción que aquéllos habían esparcido por campos y ciudades. Desoladora situación en la que se encontraba el país, casi diríamos que sólo se prestaba a recibir, al desgaire, a viajeros que lo eran sólo si entendemos el viaje en su sentido más primigenio de traslado de un lugar a otro, y siempre que se prescindiera de las circunstancias totalmente fortuitas que los habían guiado hasta aquí.

En el caso de Noah, tan poco previsible y peregrina es su visita a España, que en marzo de 1813 es nombrado cónsul de Estado Unidos en Túnez, en el que se considera abiertamente enemigo de dos países europeos, uno le viene recientemente que es el caso de Inglaterra que se encuentra en guerra con su país y el otro es España, en este caso la aversión le viene de lejos, se remonta a la época de los Reyes Católicos.

Así de astuto se muestra nuestro destino, aplicando sus leyes, que viniendo de Noah de camino para Francia, tras unas semanas de estancia, dar salto a Túnez, su barco, el Joel Barlow, pero por desgracia para él es apresado por los británicos, curiosamente fue un 4 de julio, día de la Independencia Americana, junto con los demás pasajeros fueron conducidos a Londres como prisioneros de guerra, Cuando fue liberado fue transportado a tierras españolas y no a tierra francesas, pues los ingleses y franceses, también se hallaban en pleno conflicto.

Aunque es rechazado por Noah, por sus venas corre sangre ibera, y para que no quepa duda de su origen, todavía conserva uno de sus nombres: Manuel. Con mirada resentida, y con especial crítica, la vuelca contra los descendientes los que lo motivaron y contra la religión que profesan. Razón por la que no tarda en hacer llegar su desacuerdo con las prácticas y negocios ilícitos que desprestigian al catolicismo y en la esencia misma de su credo.

Apena a recalado en tierras gallegas en el barco americano en el que viajan, suben a bordo del bote varios clérigos en el que llevan oculto bajo sus ropas diferentes géneros de fabricación inglesa que habían comprado a los marineros. Para opinión de Noah, "el carácter de aquellos y el terror que levanta la Inquisición es tal que, aunque sospechen de ellos, impide que se les registre. Así de rezo en rezo, llevan a cabo su provechoso comercio."

El mes de septiembre de 1813, cuando nuestro forzado viajero llega a la soleada bahía de Cádiz desde el barco que le trae desde La Coruña. Sean los que sean los prejuicios que Noah pueda tener sobre España, estos quedan amortiguados al llegar a Cádiz, dejándose sorprender por su primera visión del aspecto que la ciudad bulliciosa y moderna ofrece: 

"El aire era fresco, pero delicioso y la apariencia vivaz de la ciudad con sus pequeñas torres, casas blancas, espaciosos edificios, barquichuelas y navíos de guerra, daban a ésta un toque de opulencia y confort." 

Renovada impresión una vez que esta en tierra firme cuando caminaban por el mercado al aire libre a los que los vendedores pregonan a pleno pulmón sus productos. El desbarajuste entre las gentes y de escena solo acaban de empezar, a lo que Noah le faltan ojos cuando se encuentra con las calesas, ataviadas al igual que los caballos, llenos de cintas multicolores, mientras esperan pasajeros; marineros que sentados ríen y comen sardinas fritas; vendedoras de cigarrillos, mientras esperan clientes lían con parsimonia los "papelitos" y los mendigos que reclaman insistentemente una limosna en nombre de "María Santísima."

En Algeciras se aloja en la posada de San José junto con un grupo de americanos. El establecimiento es malo, en cambio la comida es buena. Mientras comen en la habitación, entra en ella, sin más ceremonia, un español de aspecto desaliñado y con un grueso bastón en la mano, inquiriendo entre los allí reunidos si se encuentra algún judío, pues tiene órdenes de vigilar a los de su raza mientras permanecen en la ciudad. Entre ellos se encuentra un capitán americano cuya reacción es de coger al intruso por el cuello, y sin apenas miramientos, a base de empujones echarlo de la habitación. EN Algeciras, con fama de ser refugios de bandidos, pícaros, renegados y de todo tipo de malhechores. El cuchillo impera en la ciudad, y por ello, los asesinatos son continuos, cometiéndose con total impunidad a la luz del día.

Sobre algunos caminos de Andalucía, Noah dice: "El descenso es más embarazoso, con grandes edificios rodeándoles. Se extraña de que durante durante cuatro mil años hayan cabalgado por estas tierras fenicios, romanos, cartagineses, moros y castellanos, sin que ninguno de ellos se decidieran a mejorar las carreteras." Entre las deficiencias del terreno, por la pendiente del camino y lo resbaladizo de las rocas con las deficientes herraduras del caballo hacen tirar al suelo a Noah, dañándose la espalda, lo que lleva a realizar el resto del camino andando.

Contemplando a los muleros, no deja de pensar en el oficio de estos hombres esforzados siendo de una dureza extrema y que a pesar de todo le permite pagar el pan a duras penas. Los considera como las personas más noble de la población, más honrado y sufrido. Y que los componentes de la cacareada nobleza, en el fondo son inferiores a ellos. Lo que le viene a la mente la canción de los campesinos en la obra de Morton, Los montañeros. Sin más se deja llevar por su melodía y comienza a cantarla en voz alta.

Yehigh-born Spanish noblemen

Ye Dons an Cavaliers,

Ah, little do you think upon

The lowly Muleteers

To earn an honestlihood...

("Vosotros, caballeros de noble cuna/ Vosotros, Señores y Principales/  Ah, que poco pensáis en/ los humildes arrieros/ que ganan honradamente la vida.")

Al oír los arrieros la canción, se acercan a la puerta diciéndose entre ellos: "Escuchad, el señor inglés canta." Noah se encuentra a gusto y quiere que los demás también se sientan igual.

Reanudan la marcha al mediodía, pero el calor es tan sofocante se ven en la necesidad de realizar otra parada en otra venta junto al Mediterráneo. Así hace referencia de lo que allí sucede:

"Bajaron el equipaje de los caballos, y el guía, tras refrescarse, se echó para dormir la siesta. Yo, igualmente, me retiré a descansar un poco, cuando pasado no  mucho tiempo, me despertó una pelea que tenía lugar abajo. Me asomé y vi a mi guía luchando con un hombre robusto que,  con pistolas en la faja, trataba de quitarle su escopeta. Era un oficial de aduanas, que había ideado un estratagema para hacer confesar a mi hombre que el arma que llevaba era suya y no mía, para poder confiscarla así en nombre del rey, aduciendo que el cañón media cuatro pulgadas más de lo permitido por la ley. Discutí con él sobre la injusticia de la acción, pero se mostraba sordo a todos mi argumentos. Finalmente, le aseguré que si de camino a Málaga me asaltaban los bandidos, sólo él sería el culpable. Después de mucho discutir nos devolvió la escopeta que ya tenía en su poder y continuamos el viaje."

Embarcado y navegando por la costa llegan a ver Vélez-Málaga. El último testimonio de la provincia malagueña dónde viven una escena tan cordial, tan andaluza, tan humana:

"Un muchacho que pertenecía a la tripulación preparó la comida. Los marineros cortaron ajos, pimientos, pan y destriparon sardinas, mezclándolo todo en un recipiente de barro con agua fría y vinagre. Observé al chico mientras removía este extraño amasijo con una cuchara de madera. "Gazpacho señor" dijo el patrón seseando y añadió: "fresco, fresco". Cortésmente me invitó a participar en la comida. La tripulación se sentó en cubierta, colocando el recipiente en el centro. Entre cucharada y cucharada, todos tuvieron algo divertido o agudo que referir, y las carcajadas y la hilaridad prevalecieron sobre la escasa comida que, al final, se acompañó con vino tinto de la tierra que tomamos en jarras de lata."

En Almería, después de un polémico encuentro con un indigno clérigo, Noah nos relata este divertido episodio:

"Por la noche, después de una tarde fresca sucediera un opresivo calor, decidí darme un baño en el mar. La luna estaba visible y la playa llena de gente. Sin pensarlo un minuto me despojé de la ropa y me sumergí en el agua. Mientras vadeaba el fondo lleno de piedras, un centinela español empezó a darme voces: "¡Hombre, por Dios santo!" Varias personas corrieron hacia mí y, cortésmente, varios soldados de de uniforme y con herrumbrosos fusiles me sacaron del agua y me dijeron que todos los que se estaban bañando allí eran mujeres, a los que los soldados protegían y entre los que yo sin darme cuenta, me había metido. La verdad es que las mujeres y yo mismo habíamos estado chapoteando como náyades o dioses marinos sin apercibirnos unos del sexo de los otros. A las mujeres le contaron lo que había pasado y por los gritos y carcajadas que lanzaban parecía que disfrutaban de lo lindo con mi equivocación. Sobre todo, cuando vieron cómo me sacaban del agua y me llevaban donde estaba mi ropa."


Falleció el 22 de mayo de 1851 a los 65 años de edad en Nueva York, Estados Unidos.

Bibliografía: 

- "Viajeros Americanos en la Andalucía del XIX", autor: Antonio Garrido Domínguez.

- Diversas fuentes.

miércoles, 9 de marzo de 2022

WASHINGTON IRVING - VIAJEROS AMERICANOS EN LA ANDALUCÍA DEL SIGLO XIX - DURANTE EL REINADO DE FERNANDO VII 1814-1833

 Hay algo, en la austera presencia del paisaje español que hiere el alma con un sentimiento cercano a lo sublime.


Washington Irving con veintidós años. Dibujon de Vanderlyn, 1805




Fecha del viaje: 1828-1829
                             The Alhambra, Londres, 1832. Traducida al castellano "Los Cuentos de la Alhambra."
                              Journal 1828, Nueva York, 1837 (Diario del año 1828)
                              The  Life and Letters of Washington Irving, Nueva York, 1864 
                             (Vida y cartas de Washington Irving)                         

Nacido en Manhattan, Nueva York el 3 de abril de 1783, hijo de un comerciante británico afincado en América, viajo pronto a Inglaterra con el propósito de poner a flote el negocio familiar, con nefasto resultado. Estimulado por Walter Scott, escribió The Sketch Book que le otorgo fama en ambos continentes. Fue amante de la cultura y tradición española a la que se enamoro en sus largas estancias en nuestro país. Agregado en la embajada de Estados Unidos, residiendo en Madrid de 1826 a 1829 y posteriormente fue nombrado embajador en 1842. De sus obras, la más conocida fue La Alhambra, lo que levanto un clamor entusiasta en su tiempo, al mismo tiempo dando un toque de atención que sería decisivo para su conservación, sobre el lamentable estado en el que se encontraba el palacio.

Nos dejó varios comentarios alabando el paisaje de nuestro país: "hay algo, en la austera presencia del paisaje español que hiere el alma con un sentimiento cercano a lo sublime".
"las extensas sierras desprovistas de arbustos o maleza, que alzaban sus cumbres quemadas por el sol bajo el cielo infinito."

Observando las ciudades y pueblos amurallados, levantados como nidos de águilas entre la fragosidad del terreno, rodeados por bastiones moros o los restos de una torre vigía, izado en las cumbres más altas, su mente, por unos instantes, se situaba en los tiempos en que cristianos y musulmanes se disputaban estas tierras. Un vestigio de aquella época sigue vivo en la tradición andaluza, en forma de cuentos y leyendas que contaban los más viejos del pueblo, en repetidas ocasiones y a su modo, también los arrieros junto al fuego de las posadas o sobre sus monturas en las extensas caminatas a través de los interminables senderos, de esta forma hacer más llevadero el accidentado camino. Historias de amores imposibles entre moras de una belleza extrema y gallardos cristianos; batallas interminables que por la generosidad y valentía depositada por ambos continentes se convierten en duelos fantásticos; pues por el ardor y convicción con las que la relatan dichos relatos, se podían tocar con las manos.
Las correrías de Hamet el Zegrí, desde Ronda hasta las planicies sevillanas, el arrojo de sus fieles gomeres, la caída de Zahara, el asedio de Ronda, que se suponía inexpugnable, viviendo con los cristianos el alborozo de la victoria y con los musulmanes los gritos de desesperación y la amargura de la despedida se habían quedado grabadas de forma indeleble en su mente llenas de fantasías.

Las anotaciones que hace Irving en su diario, sugerentes y concisas, desde un primer momento van dejando constancia vivaz y centelleante de cuanto atrae su atención:

"Cruzamos el puente de Alcolea, construido de mármol, con muchos arcos. Divisamos Córdoba a la lejanía. Mientras nos aproximamos, nada que destacar. Setos de áloes y chumberas. Árboles con hojas recientes. Llegamos a las nueve y media. Nos alojamos en el hotel de la Diligencia, bastante malo.  Catedral, patio con naranjos. Subimos a la torre. Fértil planicie  por la que escapó Pelistes." 

Peliste fue un noble godo, superviviente de la batalla de Guadalete, y defensor de Córdoba en la invasión árabe, que es citado en una de las leyendas de Irving, Subjugation of Spain.

A su llegada a la localidad de Berja, en Almería, recuerda Irving un proverbio árabe, "que cuando se llega a la población, como ahora ellos, el viajero haría mal en no detenerse para gozar de sus casas y jardines, que son todos pequeños paraísos"; en cambio, sobre ls caminos piensa que son un maldito infierno.
En un puente que salva un profundo abismo, con rocas muy afiladas, Saldira el guerrillero, recuerda Irving, que lucho contra el invasor galo, cayó con su cabello por este barranco y, milagrosamente, salvó la vida.

Descripción que hace Irving en su diario al día siguiente de su llegada a Ronda, 4 de abril, un Viernes Santo:
"No deja de llover. Salimos a las siete de la mañana. Subimos montañas hasta llegar a El Burgo, rodeados de verdes campos y restos de antiguas murallas. Las nubes se aprietan contra las  sierras. La cuesta de El Burgo es escarpada y resbaladiza por el lodo. Tras el ascenso cabalgamos por una buena aunque estrecha carretera. Luego llegamos a los Dientes  de la Vieja, una cresta de piedra caliza difícil de bajar. Pasadas las montañas de Yunquera, descendemos un poco hasta alcanzar las llanuras tras las que se esconde Ronda. Robles, viñedos, olivos. A las dos y media alcanzamos Ronda. Este día hemos cabalgado cuatro leguas. Esplendido panorama desde la Alameda. Paseamos por las calles. Hermosas mujeres. Atractivos hombres vestidos de majos o perdonavidas.
El Puente de Ronda une dos precipicios. Un profundo barranco separa las dos partes de la ciudad. Chumberas, áloes. Matorrales verdes oscuro. Golondrinas volando bajo. Rumor del agua. La vieja casa del Rey Moro. Casas y pequeños jardines que se asoman al abismo. Rocas como torres y bastiones. Nieblas que se apresura.. La lluvia que bajan de las montañas. Acuoso brillo de un rayo del sol. Un hombre envuelto en una capa con un cuchillo: un perdonavidas. Las cumbres de Grazalema y Cortes; las ultimas muy agrestes, las primeras las que se divisan antes viniendo de Ámerica.
Cinco de abril. Sábado. Hubo tormenta por la noche. Viento y lluvia. Miro a través de la ventana. Es hermoso efecto de la luz de la luna quebrando la niebla. Del puente cuelgan blancas viviendas, también a lo largo de la orilla del río. Plazas con columnatas. Salgo a dar un paseo a las seis de la mañana. Bajo hasta el puente por una estrecha carretera en zigzag cavada en las rocas. A medio camino pequeña puerta mora. Catarata bajo el puente. Áloes, húmedos arbustos colgando de las rocas. La ciudad antigua construidas sobre las cimas de las alturas. Rocas como bastiones. En la calle observo frecuentes cruces. Aquí mataron al desgraciado... Rogad a Dios por su alma. Hermosa plaza de toros, muy grande con dos pisos. Las orillas del río están llenas de chumberas y aloes. Mercado grande. Hombres venden naranjas de gran tamaño y belleza. Montones de estupendo panes. Rebaños de negras ovejas y corderos. Majos. Capas marrones con terciopelo verde o granate. Pantalones morados o marrones o verdes bordados de negro. Botones dorados, fajas rojas, amarillas o blancas. Chaquetas con terciopelo granate en las mangas, colgantes y botones dorados. Chalecos abiertos, con volantes fruncidos. Camisas, algunos pañuelos bajo el sombrero."

Se cambian de alojamiento, trasladándose a una casa de huéspedes inglesa, la de Mrs. Stalker, en la que permanece en los meses de mayo y junio. Tiempo que aprovecha para escribir cartas, animando o desanimando a los futuros compromisos a que vengan a Sevilla, pero siempre contando las excelencias de la ciudad y de los andaluces, tal como vemos por la epístola que escribe al príncipe Demetri Ivanovich Dolgouroki; secretario de la embajada en Madrid:
"Me hablas en tus cartas de la posibilidad de hacer una visita a Sevilla. Me temo que  tendrás que dejarlo para después de que me vaya.. El tiempo pronto se tornara muy caluroso para permitirte llegar hasta el sur; e incluso yo me planteo seguir aquí hasta otoño. Nada en cualquier caso, me daría más placer que vagabundear por la ciudad en tu compañía. Es un lugar lleno de interés tanto a lo que se refiere a sus obras de arte como por las características mismas del sitio y de sus habitantes. Andalucía esta más alejada de Europa en sus costumbres que cualquier otra región de España. Los andaluces pertenecen más a África en muchos de sus rasgos y tradiciones y cuando me mezclo con ellos en cualquiera de sus viejas ciudades, me doy cuenta de que la expulsión de los moros sólo ha sido en su nombre.
No cabe duda de que Stoffregen te ha contado detalles de la gran feria de ganados a la que fuimos, a unas cuantas leguas de Sevilla. Cuando me encontré en el centro de la feria, con tiendas de campaña al rededor de mí, con rebaños de ganado y numerosos jinetes vestidos con traje andaluz, montando en todas direcciones, me costó trabajo creer que estaba en Europa y no en un campamento nómada de cualquier grupo de bandidos árabes.
Las iglesias de aquí nos ofrecen verdaderos banquetes de arte. Son extraordinariamente ricas en pinturas y lo que más entusiasma a uno es la idea de que estas pinturas son desconocidas para el mundo. No son  como las grandes obras italianas que han sido admiradas, aplaudidas, estudiadas y sobre todo que han escrito muchos expertos de los que han realizado el Grand Tour. Una pintura famosa italiana es como la "belle" de una gran ciudad, que se le admira tanto y dela que tanto se habla que la imaginación llega a cansarse de ella; pero una obra maestra de un oscuro convento, en la que rara veces pone el pie un extranjero, es como la belleza de un pueblo perdido, fresca y dulce, a la que poca veces se le mira. Por mi parte, siento menos interés por las grande bellezas o por las grandes pinturas que a todo el mundo encandilan, que por esas pequeñas, escondidas, bellezas que uno parece descubrir. En realidad, he llevado esto tan lejos, que tengo como míos dos o tres pequeños murillos que he descubierto en oscuras y casi remotas capillas y conventos. No puedo decirte de las intrigas de que me valgo para visitarlas solo y en secreto, ni sabría de ellos engrandecidos con la idea de que estuvieran tan ocultos y retirados. Desde el momento en que se retira una pintura de la capilla o convento que la albergaba, para llevarla a un museo, pierde para mi todo el encanto. Por eso, todas esas renombradas "Vírgenes" que los viajeros se vuelven locos por visitar, no son "damas" que atraigan mi dinero."

Falleció en Tarrytown, Westchester, Estado de Nueva York el 28 de  noviembre de 1859 a los 76 años. Sepultura en el cementerio de Sleepy Hollow.

Bibliografía: -
-Viajeros Americanos en la Andalucía del XIX - Autor: Antonio Garrido Domínguez.
-Viajeros del XIX Cabalgan por la Serranía de Ronda - Autor: Antonio Garrido Domínguez.

sábado, 18 de diciembre de 2021

CASA RÚA - VILLA APOLO

 

A las afueras de Ronda, en el camino de la Virgen de la Cabeza se encuentra los restos de la Villa Apolo, anteriormente Casa Rúa por el apellido de la familia propietaria y la que paso a llamarse Villa Apolo cuando cambió de propietario en el año 1.920. Emplazado en un punto estratégico, dando unas vista magnificas hacia la Ciudad Soñada. Al cabo de un buen puñado de años, uno de los hijos, que fue arquitecto, le hizo una gran reforma a la casa a comienzos de 1.950 cambiándola por completo. Siendo la primera casa a las afuera de Ronda con electricidad, siendo la torre que hay cercana a la casa y muy cercana a la cornisa la que servía como transformador eléctrico. Incluía piscina y pista de tenis.

Al parecer, los trabajadores de la Villa Apolo contaban que a finales de la década de los 50 y principios de la década de los 60 se celebraban fiestas para las personas famosas incluyendo algunos artistas de Hollywood.

Dicho emplazamiento también cuenta con una leyenda negra de finales del siglo XIX. Cuenta que en la anterior familia, una familia apoderada, contrataba los servicios de varias niñeras para el cuidado de sus hijos. Pero para la desgracia de la familia, un día se perdió una de sus hijas que no llegaban a encontrar a pesar de todos los esfuerzos que las autoridades pusieron. En una de esas noches los padres no encontraban a una de las niñeras en la casa y comenzaron la búsqueda en el entorno de la casa y no fue hasta que llegaron a la torre donde se encontraron con un macabro escenario, a su hija desaparecida descuartizada en un barreño y empapada en su propia sangre, entrando en estado de shock por tan dramático escenario, ni la policía ni los detectives que habían contratado no pudieron resolver el crimen. Ni con el asesino, ni con la niñera. Por tan terrible perdida de manera tan rocambolesca. Se cuenta que en ocasiones se ve a una niña merodear por la zona a la que se le escucha pedir venganza.

Toda leyenda tiene un comienzo en un hecho real, pero con el tiempo se suele distorsionar y, lamentablemente los hay que añaden residuos a la historia.

Hoy en día, y desde hace ya bastante décadas que se encuentra en un estado ruinoso y de hace pocos años han puesto una verja en la entrada para evitar la entrada.






















lunes, 7 de diciembre de 2020

ACCIDENTE DE LOS MOLINOS DEL TAJO


En la madrugada del martes 3 de julio de 1917, eran aproximadamente las 4 de la madrugada cuando sobrevino un desprendimiento de grandes rocas y piedras en el Tajo de Ronda que sepultó a 15 personas que se hallaban en dos molinos y una fábrica de electricidad, edificios que quedarán completamente destruidos. La catástrofe hizo desaparecer de la faz de la tierra a una familia de diez miembro.


Los dependientes establecidos en la cercanía del Puente Nuevo y algunos serenos que estaban en la puerta del ayuntamiento escucharon un ruido parecido a un fuego lejano y fragoroso, y al poco tiempo multitud de gritos de forma airada pedían socorro. Guiadas por las voces que pedían socorro, llegaron hasta el puente y por sus balcones y muros se asomaron. Pero en un principio apenas podían distinguir tan horrible tragedia que en el fondo del abismo acababa de ocurrir.



Pero al poco el día fue haciéndose más luminoso y pudieron observar con espanto donde se encontraban los molinos, habían bloques de piedras sepultándolos y a cuantas personas vivían en ellos.



 

Se personaron en el lugar de lo ocurrido las autoridades y fuerzas del regimiento de Extremadura, las cuales, secundadas por el vecindario, dieron comienzo a los trabajos de salvamento. Al poco tiempo de los trabajos de desescombro y rescate, comenzó aparecer lo peor, los cadáveres de dos niños, siendo al final un total de 15 muertos.

Los trabajos de desescombro y rescate (muy complicados por la magnitud de las rocas) los llevaron a cabo los soldados del Batallón de Extremadura, trabajadores de las fábricas inmediatas y jornaleros contratados por el ayuntamiento.