¡A Pasos Largos le cogeréis muerto como a Flores Arrocha! ¡Y tened cuidado, porque quiero cobrarme la cuenta!
Para
procurar conocer la vida del que dicen fue el último bandolero, hay
que tener en cuenta el significado de la palabra “bandolero”, uno
de las tres significado es: bandido, ladrón o salteador, que en
solitario en grupo solía robar en despoblados o en zonas concretas
de caminos. Todos los bandoleros tenían en común que hacían sus
vidas en la sierra, huidos de la justicias por diferentes motivos.
En
el caso de Juan José Mingolla Gallardo (1873 – 1934), alias
Pasos Largos,
habría que retroceder poco más de dos décadas al pueblo de Setenil
de las bodegas, de donde era natural su padre Cristóbal Mingolla
Ramírez, el abuelo Santiago Mingolla Porras y bisabuelo Cristóbal
Mingolla Retamero, siendo conocidos los tres y cada uno como
“Tobalillo sin
pena”, abuelo y
bisabuelo lo que hacia honor a la manera de reír y que no se le
conocía sufrimiento alguno, al menos de lo que por fuera se ve. Pero al bisabuelo y al abuelo también se les conocía con el apodo de
Pasos Largos,
puesto que era por su manera de andar, con zancadas largas y seguras,
y que cayendo en desuso al morir el bisabuelo y abuelo. Pues su padre
solo tenía el apodo de Tobalillo.
Cristóbal
Tobalillo,
se quedo huérfano
a muy temprana edad pasando a la tutela de un tío suyo llamado
igual que su abuelo paterno, Santiago, propietario de una taberna y
barbería, siendo en esta donde donde lo puso de aprendiz en el
oficio de la barbería, donde aprendió con rapidez y demostró tener
mucha soltura en el oficio, todo lo contrario con la lectura y la
escritura. Al cumplir los 18 años, su tío Santiago le dejo en
propiedad la barbería. Fue llamado a filas, al cuerpo de infantería
con base en Algeciras, pero durante ese tiempo su tío llevaría la
barbería durante los tres años que duraba el servicio militar, y al
volver vio como se había consumido su tío al que al poco tiempo
murió dejándole nuevamente la barbería más unos ahorros.
Cristóbal no era igual de fuerte mentalidad que su padre, tío y
abuelo cayendo en la bebida y en el que tuvo una desgracia al hacerle
un corte en la oreja a un cliente y donde comenzó su declive. Un
año, en la romería conoció a la que iba a ser su mujer, Ana.
Ana
era prima de una prima lejana de Cristóbal, que fue la que los
presento y que se casaron con el consentimiento del padre de ella, la
costumbre de la época. Ella vivía con los padres en un cortijo
cercano a El Burgo. AL contraer matrimonio ella se vino a vivir a
Setenil donde tuvieron su primer hijo, y la vida empezó a sonreír y
Cristóbal recupero el prestigio de barbero que llego a tener.
Tuvieron un hijo, y conforme avanzaba los meses empezó a complicarse
la vida. Cristóbal no era de mentalidad fuerte como su padre y
abuelo. El padre de Ana, esposa de Cristóbal, falleció y Ana se
tuvo que quedar a cargo de su madre, pero a la negativa retirada de
la madre a mudarse a Setenil para quedarse donde siempre vivió,
Cristóbal se vio obligado a vender la barbería y la casa que había
comprado cuando se caso, se terminaron mudando al Puerto de los
Empedrados, cercano a la localidad de El Burgo, donde invirtió el
dinero en la renta de una venta. Una vez asentados, la madre de Ana
acepto irse con ellos por esta cerca del pueblo, y allí es donde dio
a luz a su segundo hijo y el más problemático, el mítico Juan José
Mingolla Gallardo apodado Pasos
Largos, el que terminó
heredando de su bisabuelo y abuelo su forma de caminar, persona
largas piernas y amplias zancadas.
La
infancia que tuvo era de imaginar, viviendo alejado de más niños de
su edad, sin relación social alguna a excepción de la de su familia
y las de los que pasaban por allí. Es el campo que le rodea el que
le da el entretenimiento. Pero los trabajos de campo, como el de
agricultor o cabrero no le atraían para nada en absoluto, en cambio
la caza es lo que a él le llenaba, que fue iniciado por su padre y
conforme pasaba el tiempo se convirtió, además de su fuente de
ingresos, también su diversión y su forma de vida, que termino
siendo su perdición y muerte.
PARTE SUPERIOR DEL PUERTO DE LOS EMPEDRADO. A LA DERECHA ES LA VENTA QUE REGENTABA LOS PADRES Y A LA IZQUIERDA ES LA CASA DONDE RESIDÍAN FOTO: JORGE CASTRILLO |
UNA CUEVA EN LAS APROXIMACIONES DEL PUERTO DE LOS EMPEDRADOS. LA PRIMERA QUE SEGURAMENTE REGENTABA EL BANDOLERO. FOTO: JORGE CASTRILLO ORELLANA |
FOTO: JORGE CASTRILLO ORELLANA |
UNA VEZ EN EL INTERIOR DE LA ENTRADA A LA CUEVA FOTO: JORGE CASTRILLO ORELLANA |
FOTO: JORGE CASTRILLO ORELLANA |
INTERIOR DE LA CUEVA, UNA VEZ QUE SE ADENTRA FOTO: JORGE CASTRILLO ORELLANA |
A
los 16 años de edad se ve obligado a otra mudanza, los padres
deciden nuevamente a cambiar y se trasladan a otro cortijo para
verle más color al trabajo y se van a La Romerosa, cerca del Puerto
de los Empedrados. Aún así, Juan sigue en sus creces dando a muchos
roces con la familia. Al igual que su padre en su día, el también
fue llamado a filas durante tres años, para esa fecha su padre ya
había fallecido. Lo destinaron a Cuba, sufriendo toda la severidad
de tan desgraciada campaña, siendo lo único que le hace alejarse de
su entorno y olvidar sus aficiones temporalmente. Una vez repatriado,
Juan, además de exhausto, llega enfermo y moralmente su tristeza no
puede ser mayor por haber sido testigo del horror humano que llevan
consigo el antojo político. Cuando llega a casa, el panorama que se
encuentra no es para nada estimulante, su hermano mayor muerto, el
pequeño le habla de casarse y formar una familia, y su madre apenas
puede valerse por si misma. Pero lo que peor le sienta, que es lo que
le corta toda su independencia será la hacienda, que obligadamente
se ve obligado a mantener si quiere seguir subsistiendo. A
regañadientes acepta, renegando del trabajo agrícola. Pero al cabo
de un tiempo, el fallecimiento de Ana Gallardo, su madre, en 1901, se
ve libre de sus ocupaciones en la hacienda y volver a su gran pasión:
la caza.
En
lo relativo a la caza furtiva, es en lo que se ve forzado hacer para
conseguir buenas piezas, él tiene las cosas claras. En el libro
Bandoleros en la
Serranía de Ronda, de
Isidro García Cigüenza, refleja las ideas que tenia Pasos
Largos
que formo durante
su periodo en Cuba y dice:
Los bichos montunos
son de todos y de nadie: del que los trinca. No hay castigo por
matarlos. Si el dueño de una tierra no quiere cazadores en lo suyo,
eche los bichos fuera. Si no los echa y alguien entra allí a cazar,
no hay castigo. Si lo que quiere el dueño es guardar los bichos para
cazarlos él solo, que pague. Lo que se saque lo repartan entre los
que se perjudican no entrando allí a cazar.
Si a un hombre lo
trincan cazando donde lo del otro hombre que ha pagado para que nadie
entre en lo suyo, castigo: diez bastonazos. El otro hombre a pagado,
nadie debe entrar en lo suyo. Si no lo trincan, sino que el dueño se
entera cuando el qué entró anda en lo libre y no en lo suyo,
castigo para el guarda de lo suyo: diez bastonazos. Para el que entró
no hay castigo: se la jugó y ganó, pagó ya con el miedo. Si el
dueño es el guarda, tampoco hay castigo; pago con el berrinche. Al
cazador no se le puede quitar el arma: es sus pies y sus manos. Si
merece castigo, dale bastonazos, pero no le quites el arma.
Pero
Juan José Mingolla alias Pasos
Largos, vio para su desgracia como había cambiado las
leyes tras su vuelta de Cuba, pues nuevos ricos se han hecho con
nuevas propiedades con nuevas cercas y nuevos guardas. Las leyes
protegen a las propiedades privadas. El dice que su oficio es tan
digno o más como el de un abogado o un militar, porque la naturaleza
no se rige por las leyes que imponen los ricos, ya que para él la
cacería no es diversión alguna, es su razón de ser.
Fue
en la finca del Chopo donde se cometió la traición a Pasos
Largos. La finca del Chopo, junto con la del Fuente del
Espino, cuyo dueño era José Cantos. La finca del Chopo se la tenía
arrendado a Pepe el Tribunero, al que le pregunto si era cierto que
Pasos Largos
frecuentaba la zona, a lo que Pepe le contesto que era cierto y fue
el mismo Pepe el Tribunero el que ideo un plan para atraparlo. Aviso
a José Cantos de que llegaría en un par de días y por donde
entraría, y el día de los acontecimientos, José y algunos
miembros de la Guardia Civil esperaron en una zona en concreto a
donde verían llegar a Pasos
Largos, y en ese momento dirigirse al cortijo.
En
el libro “Bandoleros en la
Serranía de Ronda” de Isidro García Cigüenza,
dicho sea de paso ha realizado un excelente trabajo con este libro,
cuenta de primera mano de como se sucedieron los hechos en su primera
detención que le contó un paisano de Pasos
Largos.
He
aquí una pequeña parte del contenido:
-Puñetas, Juan,
esta mañana, con el frío que hace, me cago en diez, ¿por qué no
te vienes conmigo y te tomas un poquito de café?
-Pues mira, no me
vendría mal -respondería él
Se viene para abajo
Pasos Largos...
-Ea, entra para
adentro, Juan.
Entran los dos al
cortijo y le dice el colono a la mujer, que estaba allí, alrededor
de la candela:
-Ponle un poquito de
café también aquí a nuestro amigo.
Y
allí estaban sentados los tres, el padre, el hijo y Pasos Largos,
tomando café.
Claro, como la
guardia estaba advertida, cuando lo vieron entrar para el cortijo se
dijeron: “Venga, vamos a bajar, ya es seguro que lo tenemos ahí
dentro”.
Pues resulta que es
cortijo del Chopo, rodeado, no tenía más salida que la puerta del
patio y allí estaba amarrado un perrillo que nada más vio venir a
la Guardia Civil se puso a ladrar. Entonces, El Tribunero, como quien
no sabía nada, se asoma a un ventanuco que allí había y dice:
-Cago en diez,
chiquillo, vamos, Juan, que son los guardias, métete ahí en el
cuarto.
El cuarto no tenía
puerta, nada más que una cortina. Entonces el cabo hizo la pregunta
convenida:
-¿Ha aparecido por
aquí Pasos Largos?
-No ,señor, por
aquí no ha venido nadie.
-¿Y cómo es que
hay tres tazas encima de la mesa si sólo estáis dos sentados?
Entonces responde el
Tribunero, ya abiertamente:
-Esa es la taza de
Pasos Largos que, al escucharnos, se ha colado ahí en el cuarto.
Mire, ahí tiene la escopeta y la bolsa la cacería.
Se
lo llevaron y más adelante cuenta que lo torturaron y Pasos
Largos al estar con los grilletes no pudo defenderse,
se lo llevaron a Ronda para encarcelarlo, llegando en muy mal estado,
casi muerto. Estuvo aproximadamente un mes en la cárcel, y como
carecía de delito alguno, lo soltaron. Fue entonces el mismo día
que lo soltaron cuando fue a realizar su venganza.
En
el trayecto, cogió una escopeta que tenía escondida y en la
proximidades al cortijo de la Fuente del Espino, le salió al paso un
conejo al que le dio caza, siendo en la hora del almuerzo, llego a
otro cortijo en el que residía una familia que conocía al que
ofreció el conejo, se toma un café con ellos brevemente, a lo que
les dijo que se tenía que ir porque se iba hacer una buena cacería
y que iban a estar un tiempo sin verse.
Fue
en busca de el Tribunero, encontrándose primero al hijo de este al
que le pegó dos tiros mortales, el padre del difunto, aunque
alertado por los disparos no se libro de que Pasos
Largos lo sorprendiera y con una herramienta que el
Tribunero
tenía al lado Juan lo cogió y empezó a golpearlo hasta causarle la
muerte. Fue, entonces cuando Pasos
Largos se echo al monte.
Una
vez en el monte, empezó a adquirir fama y hay gentes que le empieza
a imputarle cargos como robos, asaltos a cortijos, amenazas de muerte
entre otras cosas. Lo que si cuenta que fue cierto es que sorprendió
a dos guardias civiles a los que pudo desarmarlos y que luego se las
dio a un zagal para que las entregara a la Guardia Civil y no
castigaran a los dos agentes de la ley.
Otra
actuación de Pasos Largos
que fue muy conocida, fue el secuestro de Diego Villarejo, persona
conocida por pertenecer a la clase pudiente de la comarca. Diego
Villarejo, fue un agricultor rondeño. El día del secuestro iba
acompañado, y cuando iban por un vereón, que precisamente le
llamaban de Pasos Largos,
donde este estaba allí escondido y le salio al paso. Le pidió
sesenta duros si quería ser liberado, a lo que el dijo que no
llevaba tal cantidad de dinero encima por lo cual mando al
acompañante a que fuera a por el dinero con la advertencia de Pasos
Largos de que si no venia con el dinero antes de que se
fuera el sol le daría muerte al secuestrado, a lo que finalmente se
llevo el dinero más un reloj que llevaba encima y los dejo marchar.
Pero por lo visto, Diego no se fue disgustado, porque al paso de un
tiempo busco a Juan para que le guardase su finca. Esto no evito que
las autoridades pertinentes dieran la voz de alarma y pidieran
precaución al salir para no ser secuestrado o asesinado por este
bandolero.
Cuando
Pasos Largos se entrega:
Este
tramo de su vida comienza en un cortijo donde un grupo de gañanes se
reunían para comer y en unas de sus conversaciones salo el tema de
Pasos
Largos diciendo
que caminaba por todas partes, y paradojicamente estaba vigilando
desde un tejadillo cercano del que nadie se percato de su presencia.
En plena conversación saliendo la casera, que en el caso de que
apareciera por allí no le daría ni lo más mínimo, que no se le
ocurriera aparecer por el cortijo. A lo que aprovecho la mañana
siguiente al cortijo, estando la casera completamente sola y
arrimando una olla a la candela la sorprende, os transcribo una parte
de lo ocurrido:
-Mira -le
advirtió él-, no vayas a chillar, que no voy hacerte daño ninguno.
La mujer, ya ves,
viéndole de venir quedó blanca como la cera.
-Me ha dicho un
pajarito que tú anoche te hartaste buen de decir que si esto y que
si lo otro... ¿no es verdad? Pues mira, pa que te hagas un recuerdo
mío vas a ir apartando esa olla de la estrebes.
Pasos Largos,
cuando la mujer tuvo apartada la olla, gruesa como era, la arremango
las enaguas, que entonces las mujeres viejas no usaban bragas, y la
sentó de culo en las estrebes poniéndole su sello en los cachetes.
¡ea, y ahora
cuando venga tu marido y los gañanes, les dices quién te lo ha
hecho!
“Bandoleros
en la Serranía de Ronda”,
Isidro García Cigüenza.
Llegado su marido a
casa, se encontró a su esposa chillando una y otra vez, y esa misma
noche traspusieron a Montejaque.
Cuentan
que Pasos
Largos llego
a frecuentar la zona del Peñón del Mure, pues al parecer andaba
liado con la mujer de un cabrero y que en ocasiones se quedaba a
tomar café y a echarse la siesta. Al enterarse esta mujer de lo
ocurrido le cogió mucho susto y que los guardias estaban recorriendo
todo, ella les contó las visitas que el le hacia a ella y fueron a
darle captura. El día de la captura ella le echo al café unas
hierbas para que cogiera un sueño más profundo y llegado el momento
ella los avisa para que entre, pero por fortuna para Pasos
Largos
se dio cuenta mientras estaba dormido, pues no le hizo mucho efecto
las plantas y notando el ajetreo en el exterior y la casa de la
cabrera las paredes estaban hecha de pasto y pudo salir sin que
fuera visto. Cuando uno de los guardas llegó a darse cuenta, él ya
había cogido mucha ventaja, se fueron en su busca y tras varias
insistencias de echándole el alto al que el hizo ningún caso
empezaron los tiros dándole uno de ellos en el pie, pero aún así
no llegaron a cogerlo al llegar la noche. Según cuenta esto fue un
mes de septiembre, llegando le a hincharse mucho el pie y fue en
busca de un médico en La Indiana que él conocía, le curo como
buenamente pudo, pero no remitía el dolor y el hinchazón del pie,
a lo que él médico le aconsejo en varias ocasiones que se
entregara, pues el camino que llevaba iba a perder la pierna. Pasos
Largos acepto,
y el médico fue a Ronda en busca del compadre de Pasos
Largos,
que regentaba el café Sibajas para que lo viniera y lo llevara al
cuartelillo, donde se entrego voluntariamente.
En
el año 1932, según la prensa, en el mes de marzo de ese mismo año,
coincidiendo con la salida del país del rey Alfonso XIII y la
consiguiente proclamación de la II República, fue motivo de dar
libertad a muchos presos, entre ellos Juan José Mingolla Gallardo.
Al ser puesto en libertad, lo primero que hizo Pasos
Largos,
fue irse a El Burgo a visitar a su tía María la
Paloma.
Enterado
de la llegado de Pasos
Largos al
pueblo Diego Villarejo, le hizo llamar y le ofreció el ser el guarda
de su finca, trabajo que solo le duro dos meses, pues él no quería
estar debajo de nadie, siendo su idea de seguir siendo rebelde.
Vuelve
al monte y a la cazaría furtiva con casi sesenta años. Estando en
unos terrenos que se le conocen como cortijo Turón, muy cercano al
termino de Ardales, cazo unos cuantos conejos y perdices, y teniendo
la faena hecha en una época en el que el calor era abundante, se
echo una siesta a la sombre de un quejigo. A eso que aparece el dueño
del cortijo, que se llamaba Paco Abela, y al verlo le saluda a lo que
Pasos
Largos
le devuelve el saludo añadiéndole el siguiente comentario: “Qué,
¿estamos descansando?”
a lo que Pasos
Largos
le contesto “Sí,
aquí estamos descansando, a la frescura del agua”.
No hubo palabras alguna, y llegando al cortijo Turón se encontró a
los guardas tomando café junto a su hermano a lo que le rechisto y
fueron a buscarlo. Dieron con Pasos
Largos
en el mismo lugar a lo que el con la Guardia Civil y diciéndole que
se diera por preso. Él ni se echo a correr, simplemente se levanto y
le pusieron los grilletes y se lo llevaron a Ronda. No tenía permiso
y estando la veda echada estuvo un mes preso, pero durante ese
tiempo no le pegaron. Una vez echado el mes lo soltaron y ese mismo
día se fue para el cortijo de Lifa que era del mismo dueño. Una vez
que había llegado, había allí se encontró a un chaval que se
asusto al verlo, Pasos
Largos
le dijo que se tranquilizara que no tenía intención de hacerle
daño, le cogió una manta, algunos alimentos y unos cartuchos, al
terminar le advirtió al muchacho que mientras estuviera la luz del
día que no se le ocurriera salir del cortijo, pues de lo contrario
ese era el tiempo que le quedaba de vida. Así hizo el muchacho,
espero a que anocheciera y fue cuando salio dirección al pueblo y le
comento al pueblo lo sucedido y fue tal clase de miedo que cogió el
dueño del cortijo a Pasos
Largos
que se encerró en su casa en Yunquera y no salía de allí por
ningún motivo que fuera. Pasos
Largos
se echa al monte una vez más.
Después
de estos acontecimientos, la Guardia Civil estaba tras la búsqueda y
captura de Pasos
Largos
, a pesar de que era un viejo no daban con él, pasaba el tiempo y
todo seguía igual y eso que habían doblado la guardia, pero como no
había hecho nada grave, lo dieron por imposible. Fue por otra
traición la que hizo que dieran con su paradero. Fue en una de las
ocasiones que Juan Mingolla se puso en contacto con tres ceperos, que
eran los que les vendían en Ronda todo lo que él cazaba y le hacían
los recados de municiones, comida y otras cosas. Dos eran de Jimera
de Libar y el tercero era de Ronda al que llamaban Manuel Naranjo,
que fue el que dio el chivatazo en uno de los días que fue a Ronda y
se entrevisto con Salvador Abela, hermano de Paco Abela, que llevaba
aproximadamente un año de encierro en Yunquera. Le pidio, en aquella
época 3.000 pesetas por quitar a Pasos
Largos
de en medio. En ese mismo momento se pusieron un contacto con un
teniente de la Guardia Civil para montar un dispositivo para dar
captura a Juan José Mingolla Gallardo alias
Pasos
Largos.
Lo localizaron en la Sierra Blanquilla en la cueva Palmito situada en
el arroyo del mismo nombre, donde tuvieron un tiroteo dando muerte al
bandolero, con dos tiros, uno en el estomago y otro en el pecho
atravesándole el corazón. Este hecho, sucedió a finales del mes de
marzo de 1934.
Bibliografía:
-Bandoleros
en la Serranía de Ronda.
Isidro García
Cigüenza. Editorial La Serranía
-Pasos Largos, el
último bandolero. (novela)
Salvador Moreno
Valencia. Ediciones Alvaeno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario