domingo, 24 de septiembre de 2017

CASTILLO DEL HIERRO - PRUNA

Pruna es un municipio perteneciente a la provincia andaluza de Sevilla, al sur de España. Enclavada a unos 554 metros de altura al nivel del mar y con una extensión aproximada de 100 km cuadrados. Los primeros asentamientos se remontan a un poblado Túrdulo que fundaron un poblado llamado Callet (donde actualmente se encuentra el castillo). Los Túrdulo fue un pueblo preromano asentado entre los valles del río Guadiana y el Guadalquivir y se cree que se diferencia a los pueblos ibéricos por el idioma, supuestamente de origen Tartessos. También llegarón los fenicios y los griegos, siendo ellos los que llamaron a la ciudad Prunna.




En época romana fue uno de los primeros campamentos romanos por las continuas luchas por la dominación de Hispania. Una vez conquistada la península fue integrada en la provincia de Ulterior (es el nombre de una de las dos provincias que los romanos dierón a Hispania; Hispania Ulterior e Hispania Citerior, pero más adelante la provincia de Ulterior la dividió en dos, pasándose a llamar Hispania Ulterior Bética e Hispania Ulterior Lusitania)



En la época del Al-Andaluz, fue una alquería dedicada a la agricultura y ganadería, perteneciente al reino de Sevilla.
En el siglo XIII se conocía como “la Frontera” a toda una franja de separación entre los cristianos (correspondía a los antiguos reinos de Jaén, Córdoba y Sevilla, conquistado por Fernando III y Alfonso X el Sabio) y el reino nazarí de Granada. Posteriormente a esa franja se le acuño la expresión de “Banda Morisca”, dicha zona entre mediados del siglo XIII y finales del siglo XV hubo mucha inestabilidad. Pruna se encontraba en plena Banda Morisca, por ello la Atalaya fue reforzada por los musulmanes con una muralla para defenderse de los ataques de las tropas castellanas.


Cuando Fernando III conquistó Sevilla, Pruna paso a manos cristianas y en 1253 Alfonso X el Sabio dona el castillo a la Orden de Calatrava, pero poco después vuelve a pasar a manos de los musulmanes.







Los cristianos insistan en recuperar el emplazamiento, pero les resultaba imposible terminar la misión debido a la gran resistencia de los musulmanes. Lo cual le llevaron a tener una idea muy original, se desplazaron a los montes de los Alcornocales para capturar a machos cabrios para después atar antorchas en sus cuernos, llevándolos a los pies del castillo y prendieron fuego a las antorchas. Asustados los animales por el fuego en sus astas, subieron enloquecidos por las peñas e irrumpieron en la noche el castillo prendiendo fuego a todo lo que se le cruzaba en el camino. Los musulmanes asustados por lo que estaba aconteciendo, huyeron aterrados al lado opuesto de la fortaleza despeñándose por un imponente tajo que da a un arroyo que desde entonces se le conoce como “Sanguino”, por la cantidad de sangre que en el lugar se vertió tiñendo de rojo el agua por la que allí pasaba.





En el año 1407 Pruna volvía a ser conquistada definitivamente por los cristianos, volviendo a las manos de los caballeros de la orden de Calatrava. Y 50 años más tarde, Enrique IV concede la custodia a don Rodrigo de Ribera. Caballero XXIV de Sevilla. En 1482 es vendida a don Rodrigo Ponce de León; después en el siglo XVI pasa a depender del Ducado de Arcos y en el siglo XVIII al Ducado de Osuna, hasta el siglo XIX que son abolidos los señoríos.


El castillo es una gran torre de planta rectangular, rodeada por una camisa torreada y una muralla perimetral y como único acceso una puerta en recodo. La torre se diferencia en dos fases constructivas: la inicial con una planta de 8 metros por 5,80 metros del siglo XIV y otra posterior de 11,90 metros por 9,50 metros XV que es cuando se le añade la camisa. En su interior se encuentra dos cámaras superpuestas, una a la altura del suelo y la otra a la altura del adarve de la muralla. Siendo la cubierta una bóveda vaída apoyadas mediante pechinas en un resalte de los muros de la torre.














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