El
arqueólogo alemán, George Edward Bonsor, que trabajo mucho en
España buscando la ciudad de Tartessos por lo que hoy en día es el
Coto de Doñana en el siglo XIX, plantea la hipótesis en la
importancia de la agricultura, que ademas de las colonias
establecidas en la costa, sino también en el interior del suroeste
de la península ibérica siendo re-elaborada después, en la segunda
mitad del siglo XX por otros investigadores.
Durante
aquel tiempo, los fenicios era la sociedad más avanzada del
Mediterráneo, algo que se hizo notar al entrar en contacto con otras
sociedades. De esta forma, se adquirió nuevas técnicas agrícolas y
empezó a plantar nuevos cultivos como el olivo o la vid, que no se
conocían hasta ese momento y con el tiempo alcanzo la magnitud que
hay en la actualidad. También influyo en la fabricación de la
cerámica con la introducción del torno y conocieron el hierro, este
último tiene su importancia, pues el conocimiento de dicho metal
autoriza a situar las poblaciones que lo utilizaban a cambiar una
etapa más reciente de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro.
En
la Serranía de Ronda
Nos
situamos en una zona más al exterior del núcleo, donde ambas
culturas dejaron huella.
La
agricultura
Como
se iba comentando, sobre las actividades económicas, en esta más al
interior, las conforman, por ejemplo, en lo que a la agricultura se
refiere, se fundamenta en la típica tríada mediterránea, el olivo,
la vid y el trigo, alimentos que formaron la base de la alimentación
y en la que las monedas que se acuñaron en la ciudad romana de
Acinipo en el siglo I a. C. tenían una espiga y un racimo de uvas.
En
el caso de la vid y el olivo, hay que señalar que hay un debate
entre investigadores a la hora de abordar sus orígenes en la
Península Ibérica, pues sobre los cereales se saben que fueron
cultivados mucho antes de los colonizadores. Ello se debe que para
algunos investigadores los antepasados de la vid y el olivo habría
que buscarlo en la propia Prehistoria peninsular, cuestión en la que
se valora el caso del olivo al comprobarse la existencia del
acebuche, mientras que otros consideran que ambos habrían llegado de
la mano de los colonizadores fenicios.
A
los alimentos mencionados en la dieta que tenían se le puede añadir
la cebada, la higuera, la arveja y el cereal, siendo este último con
un elevado poder nutritivo, siendo consumido por los seres humanos
como por los animales de labor, pero sin tener claro si en aquellas
fechas se recolectaba o cultivada.
Se
dispone de algunas evidencias del proceso de almacenamiento y como la
transformación de cereales, los cuales constituían un pilar
fundamental en su dieta, procesos que eran llevados a cabo en los
poblados como por ejemplo los restos recuperados de cereal quemado en
Acinipo.
En
unas excavaciones hechas en Acinipo se obtuvieron unos resultados de
gran interés, las cuales pudieron documentar algo que poca veces se
logra, como lo que parece ser un antiguo campo de cultivo de cereales
en la que se llevó la quema de rastrojo. Se llego a dicha conclusión
por los resultados tras la realización de distintos análisis
avalando que este paleosuelo, que se dataría a comienzos del siglo X
a. C., y estuvo en una zona que posteriormente había sido usada como
vertedero.
Igualmente,
durante el siglo VI a. C. o puede que antes, se aprecia un
surgimiento de aproximadamente de una treintena de pequeñas unidades
de producción instaladas en las zonas más fértiles de Serranía y
en las inmediaciones, caracterizado por una cultura material en la
que predominan los vasos para almacenamiento y transporte de
alimentos, como ánforas y pithoi, con un hecho que se produce en
paralelo, un fuerte proceso de desforestación de la Serranía, por
lo que no sería casual poner ambos hechos en relación.
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CABAÑAS EXCAVADAS EN EL YACIMIENTO DE ACINIPO. |
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ANFITEATRO ROMANO DE ACINIPO |
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ANFITEATRO ROMANO DE ACINIPO |
La
Ganadería
En
las cabañas excavadas en Acinipo, se recuperaron unos restos óseos
tanto en el interior de las cabañas como en el exterior, lo que da a
conocer con los animales que destinaban para alimentarse o para los
que destinaban a otras actividades como para la agricultura como
bestias de tiro o para la elaboración de textiles.
Primero
tenemos que recordar que, como evidencia de restos óseos efectuados
en diferentes puntos de la Península Ibérica, antes da la llegada
de los fenicios las poblaciones indígenas de la Edad del Bronce
habían alcanzado, tras largos siglos de práctica, una ganadería
asentada con la finalidad de lograr un mayor aprovechamiento de las
mismas.
Ello
es manifiesto en el control y reemplazo que hacen de la cabaña
animales desde la castración de los machos para facilitar el engorde
y una mayor presencia de hembras para ser sacrificadas cuando alcanza
la edad adulta, asimismo el uso del perro siendo eficaz como auxiliar
de los pastores o la obtención de productos secundarios como las
pieles y los derivados lácteos.
La
metalurgia
Se
cuenta con una serie de datos que avalan la existencia en la Serranía
de una surtida metalurgia, a disposición de las muestras que han
sido estudiadas procedentes de las mesetas de Acinipo y de Ronda,
dichos trabajos incluyen distintos metales como el hierro, el cobre,
el plomo argentífero y el bronce binario, una mezcla de cobre y
estaño, en la que se han detestado grandes impurezas de plomo.
En
ambos yacimientos se usaban una serie de vasijas-hornos, que son unos
cuencos de tamaño pequeño de 20 cm de diámetro y 7 cm de
profundidad fechados en el siglo VIII a. C., dichos cuencos alcanza
una temperatura de 1.100 ºC.
En
este caso, que no se empleaban fundentes, se abastecía de un
continuo y abundante carbón vegetal como combustible, lo que resulta
claro síntoma de falta de tecnología desarrollada en la que se
perdía bastante mineral, sobre todo con el cobre y bronce.
En
la ciudad de Ronda se hicieron unos descubrimientos como un horno
construidos con piedras, fechado entre los últimos años del siglo
VIII y primeros del VI a. C. que estaba destinado a la elaboración
de bronce en pequeños lingotes que luego eran más fácil de usar
para elaborar cualquier objeto que desearan.
También
se localizo una piedra para fabricar espadas de lengua de carpa, que
hasta el momento es el único en su género en toda la Península
Ibérica, perteneciente a uno de sus subgrupos, para ser concreto Sa
Idda,
procedente de un monte llamado Sa
Idda
en la isla de Cerdeña en la que se encuentra un yacimiento que
recibe el mismo nombre y se encontró un molde similar, lo que
algunos opinan que puede denominarse “Ronda
Sa Idda”.
El molde consta de 2 valvas, una esta casi completa con una longitud
de 82,5 cm, mientra que la otra se conserva la empuñadura y parte de
la hoja con una longitud de 28,7 cm. El molde esta fabricado de
arenisca gris, tal vez extraídos de las cuencas de los ríos Genal y
Guadiaro, ya que es un material idóneo para este tipo de actividad
por su buena resistencia a los cambios bruscos de temperatura, de
manera que se evita roturas en el molde.
La
Alfarería
De actividades
desarrolladas por el ser humano, la alfarería, es una de la más
antigua. Los alfareros tartessos no llegaron a conocer el torno hasta
la llegada de los colonos fenicios. Por lo cual, la cerámica
producida era a mano. El cambio a la producción con el torno fue
progresivo.
Para
comprender mejor la alfarería, que es uno de los restos que más
datos han aportado a la hora de intentar saber su forma de vida y
evolución, hay que ir por partes, contemplando primero la alfarería
que existía antes de la colonización fenicia y en el yacimiento de
Torrevieja hay representado un importante comercio alfarero. En un
conjunto de modestos hornos, existía otro de mayor tamaño, siendo
el único del que se han publicado algunos datos sobre su estructura,
en la que consistía de una estructura subterránea alzada con
piedras y arcilla en la que había perdido toda su cubierta. Con
planta ovalada con doble uso, al igual que servia de cámara de
combustión, también de cocción de la cerámica, en el que se
alimentaba por medio de un corredor de forma rectangular. Dicho
corredor sufrió una modificación, primero se adosó al lado más
largo, posteriormente de manera transversal al eje longitudinal del
horno. Todo el conjunto lleva a que el enclave de Torrevieja es como
un centro de producción de cerámica de tradición autóctona,
fabricandose grandes vasos de almacenamiento juntos a otros para
vajillas de mesa.
Transcurrido
un tiempo de contacto con los fenicios, hubo un desarrollo de los
artesanos autóctonos teniendo como una prueba evidente en la
aparición de un horno en Ronda fechado en el siglo VI a. C. Con una
cámara circular con zócalo de piedra que deja abierto un espacio
donde se situó un empedrado. En el interior había una masa compacta
de piedras y arcilla que estaban enrojecidas como resultado de las
altas temperaturas alcanzadas.
La cerámica es el tipo
de objeto, dónde los arqueólogos recogen gran número de datos de
como vivían, por ser sin duda el objeto más numeroso de lo que se
encuentran en los yacimientos.
De
su estudio se pueden distinguir tres grandes grupos en función de su
procedencia, el primero de ellos son los que se incluye las
manufacturas locales, sobre el segundo se conforma con aquellas otras
que podamos considerar como oriundas de la Meseta y el tercer grupo
comprende las importadas de las colonias fenicias del litoral.
Urbanismo
Sobre
el urbanismo, antes de la llegada de los fenicios, las viviendas eran
circulares y las calles no llevaban criterio alguno, aunque todas
tuvieran unas dimensiones similares y prácticamente la misma
orientación. Dichas cabañas tienen una superficie de entre 5 y 6
metros cuadrados, se levanta sobre un zócalo de piedras con paredes
de adobe en la que se cierra sobre un techo plano confeccionado con
vigas de madera. La puerta consistía en una simple apertura del
perímetro en el que tenía delante un empedrado.
Una
vez que se establecen estos contactos, en el caso de Acinipo, de
forma paulatina empieza a modificarse las cabañas, siendo algo más
ovaladas y pasado un tiempo llegan a tener una forma rectangular. El
techo, en el caso de las cabañas adoptan una forma cónica
confeccionas con ramas cubiertas de barro de coloración amarillenta,
pues según las investigaciones realizadas no se han llegado a
documentar la presencia de agujeros para postes de madera en el
interior de las mismas.
La
meseta de la Silla del Moro, paralela a la de Acinipo, se encuentra
otro asentamiento en el que se aprecia na organización más compleja
y ordenada del espacio que la que se encuentra en Acinipo, dicha
cuidad amurallada tiene una extensión de 15 hectáreas. Están
fechadas entre los siglos VI-V a. C., estando subdivididas en varias
estancias, que en la época las limpiaban de forma habitual, a lo que
los arqueólogos le resulta muy difícil el uso concreto de cada
espacio.
En
la antigüedad, era habitual que los asentamientos con cierto nivel
se hicieran de un perímetro defensivo, no solamente por la obvia
razón de ofrecer la mejor seguridad de sus habitantes, sino que
también influían componentes ideológicos, quedando en el interior
un espacio humanizado y ordenado, al “caos” que habitaba en el
exterior.
En
la zona que nos atañe, la Serranía de Ronda, el ejemplo claro, que
es el que se a detectado con seguridad de unos muros defensivos ha
sido la Silla del Moro, y el que hay en el cerro de Alcorrín.
La
muralla de la Silla del Moro fue levantada en el siglo VI a, C.
teniendo una longitud perimetral de 800 metros, en la que tuvieron en
cuenta los puntos más vulnerable del cerro, reforzando mediante la
construcción de torres de planta cuadrangular para mejorar su
defensa. Con una anchura de 4 metros, siendo construida con un
sistema de casetones traído a estos territorios por los fenicios y
que se pueden ver en numerosos puntos del sur peninsular.
Religión
y mundo funerario
Sobre
los ideales religiosos y las creencias sobre la vida y la muerte es
parte integrante de cualquier sociedad. A través de ellas se puede
profundizar en el conocimiento de la cultura tartésica mucho más
allá de lo que se a hecho hasta ahora, pues entramos en su mundo
ideológico.
Sin
fuentes escritas que lo describan mas los milenios de distancia de
por medio resulta una ardua tarea el comprender el mundo ideológico
de Tartessos, pues pertenecían al ámbito del pensamiento, que no
deja restos materiales. A pesar de ello , en ocasiones sí se
exteriorizaba a través de determinados objetos, indicios que han
sobrevivido al paso del tiempo y se han podido conservar hasta llegar
a la actualidad. Gracias a ellos, se puede entender parte de su
ideario.
Sobre
la religión tartesica se conoce más bien poco, siendo en gran parte
un enigma y las fuentes escritas son muy reservadas en este sentido.
De los relatos mitológicos, suelen contener referencias religiosas,
sin embargo apenas se puede extraer datos sobre este asunto.
Cancho
Roano
A
pesar de situarse en la periferia tartésica, de características
singulares y del entorno han hecho correr ríos de tinta. El número
de referencias bibliográficas que mencionan este emplazamiento en
titánico.
Lo
primero que destaca del lugar es su monumentalidad. Durante décadas
se ha llegado a pensar que Cancho Roano podría haber sido la
residencia de un rey y con ello haber tenido la función de palacio.
Posteriormente, se encontraron elementos de culto religioso y se
habló de santuario-palacio (denominación que no resulta extraña
sabiendo, por ejemplo, que en Tiro el rey era a su vez el sumo
sacerdote). La naturaleza de los restos bien podría avalar estas
teorías. Sin embargo, en los últimos años, se completaron unas
excavaciones en nuevas áreas del yacimiento se comprobó que estas
hipótesis no eran de la más acertadas. La última tesis que fue
planteada por Sebastián Celestino, se trata de un santuario que por
su grandiosidad, tendría mucha influencia en los centros vecinos.
El
santuario de Cancho Roano se levantaba en lo que llaman la periferia
tartésica, concretamente en el término municipal de Zalamea de la
Serena (Badajoz). Su vida útil discurrió desde el siglo VII o VI a.
C. hasta el siglo V o IV a. C. La presencia de población del Bronce
Final, anterior a la fecha de inicio de la construcción del recinto
también se hace notar, apareciendo materiales que pueden encuadrarse
en dicho período; siendo el caso de una estela decorada de guerrero.
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VISTA AÉREA DE CANCHO ROANO |
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RECREACIÓN DE CANCHO ROANO |
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MAQUETA CANCHO ROANO |
Mundo
Funerario
En
la edad del Bronce Final del Bajo Guadalquivir no había necrópolis.
Seguramente los ritos funerarios realizados por los habitantes del
lugar en esa época no dejaron vestigios que se pudieran conserva en
el tiempo.
Ya
en la época orientalizante es cuando se datan las necrópolis, son
los elementos tartésico más estudiados y los que mayor interés han
despertado a los arqueólogos, por lo que conocen bastante bien los
rituales de enterramiento.
Algunos
de los yacimientos fueron excavados en el siglo XIX por arqueólogos
de la talla de George E. Bonsor, el cual, aunque era muy sistemático
en sus trabajos para la época, no dejaba de emplear metodología
anticuada, por lo cual los datos que se registraban eran mucho
menores que en la actualidad.
Las
Necrópolis
La
necrópolis de La Joya, estaba situada en la actual ciudad de Huelva,
esta datada entre los siglos VIII y VI a. C. En algunas de sus tumbas
contenían algunos de los ajuares tartésicos más ricos.
La
necrópolis de Bencarrón se ubica entre los términos municipales de
Alcalá de Guadaíra y Mairena del Alcor (ambos de la provincia de
Sevilla). Los restos más antiguos se corresponden al siglo VII a.
C., se hallaron unas placas de marfil.
La
necrópolis de la Cruz del Negro ubicado en la ciudad de Carmona
(Sevilla). Carmona en la época tartésica uno de los núcleos más
importantes, junto con la Mesa del Gandul, de la región sevillana de
Los Alcores. De entre todas las necrópolis de Carmona, la del Cruz
del Negro contiene unas urnas cinerarias que allí se encontraron, en
las que se enterraban los restos del difunto tras su cremación que
posteriormente se ha hallado en otros lugares. Se refieren a las
urnas de tipo Cruz del Negro, que se caracterizan por una decoración
dicromática en banda.
La
necrópolis de Las Cumbres era el lugar de enterramiento asociado al
poblado de Doña Blanca (El Puerto de Santa María, Cádiz). Los
enterramientos eran depositado bajo estructuras tumulares, de lo que
se han encontrado alrededor de un centenar, siendo excavados solo
uno, que estuvo en uso durante todo el siglo VIII a. C. En el centro
de la construcción se encontraba el ustrinum,
es decir, lugar donde se incineraba el cadáver con sus pertenencias,
posteriormente eran colocados en una urna y esta instalada alrededor
de una fosa crematoria.
La
necrópolis de Setefilla, esta localizada en la de Lora del Río
(Sevilla). Es una de las necrópolis tartésicas mejor estudiadas,
apareciendo restos fechados entre los siglos VIII y el VI a. C. Fue
excavada exhaustivamente en los años setenta, pero era conocida
desde principios del siglo XX. El valor de dicha necrópolis viene
determinado en gran medida por la monumentalidad de algunas de
algunas de las estructuras funerarias conservadas.
El
Final de Tartessos
El destino de toda
civilización es desaparecer y convertirse en historia. Tartessos no
fue ninguna excepción. No desaparecieron por arte de magia, fue que
se fueron adaptando a unas circunstancias históricas diferentes a
las existentes hasta ese momento, y dicha adaptación provocó un
cambio progresivo en sus estructuras social, económica y política.
Hay varias teorías que
explican su final. A comienzos del siglo XX, autores como Adolf
Schulten creían que fueron los cartagineses los que acabaron con la
civilización tartésica. Pero la teoría más aceptada en la
actualidad es quizá la tesis de el porqué de su desaparición,
siendo la disminución de la demanda de metales que este pueblo
exportaba a Oriente, tesis que hace hincapié en la palabra “crisis”
para describir esta situación. Sin embargo, cabe pensar que la
crisis no provocó el hundimiento de Tartessos, sino más bien se
adecuaron a una nueva situación modificando su modo de vida y la
forma de ganarse el sustento, y como consecuencia, también la
organización social y política varió. Por ese motivo, hay autores
que creen que las causas fueron internas. Es decir, que el motivo
principal no sería que Oriente no necesitaría más el metal
tartésico, sino que fue la estructura de poder de esta cultura la
que no pudo o no supo perdurar en el tiempo al variar el escenario.
Cualquiera que fuese el
caso, el relevo de Tartessos sus descendientes: Turdetanos.
Bibliografía:
-”El
Enigma TARTESSOS”.
Ramos, Javier;
Martínez-Pinna, Javier. Editorial ACTAS
-”Breve
historia de TARTESSOS”.
Carrillo, Raquel.
Editorial Nowtilus.
-”Tartessos y
fenicios en la Serranía de Ronda”.
Martín Ruíz, Juan
Antonio.
Editorial La
Serrania.