domingo, 24 de abril de 2022

GEORGE COGGESHALL - VIAJEROS AMERICANOS EN LA ANDALUCÍA DEL SIGLO XIX

Los contrabandista españoles son individuos arriesgados y, a menudo, provocan temor en las regiones que actúan. En algunos casos son tan numerosos y fuertes que acaban echando un pulso al gobierno.

GEORGE COGGESHALL. RETRATO INCLUIDO EN VOYAGES TO VARIOUS PARTS OF THE WORLD,1851



Fecha del viaje: 1814. Voyages to Various Parts of the World 1799-1844(Viajes a varias partes del mundo). Nueva York, 1851                                                   

George Coggeshall (1784-1850), nació en Conética. En 1800, con 16 años, formo parte de la tripulación de un barco mercante como aprendiz, siendo su primer viaje, desde Nueva York a Cádiz. Su vida transcurrió en el mar, en una época en que las guerras y rupturas diplomáticas con Inglaterra eran frecuentes, lo que condiciono su existencia, en la que se llego a ver de capitán de embarcaciones, con patente de corso, viéndose en numerosas aventuras. De sus continuos viajes, pisó tierras españolas en numerosas ocasiones.

La estancia más prolongada de Coggeshall en Andalucía fue en el año 1814, estancia que fue forzada y precedida de circunstancias que no se pueden considerar anómalas, por la situación de su país que, desde 1812, tenía la guerra declarada a Inglaterra.

Una vez en tierra en la que llega en una barca de contrabandista españoles, en las que se hacen repetidas señales intermitentes con unas linternas con otros que se encuentran en la playa y responden de las misma manera, lo que indica que el camino esta libre. La complicidad entre vigilantes y contrabandistas para que estos pasaran sin ser registrado no escapa a la vista de Coggeshall:

Los contrabandista españoles son individuos arriesgados y, a menudo, provocan temor en las regiones que actúan. En algunos casos son tan numerosos y fuertes que acaban echando un pulso al gobierno. La partida que me trajo de Algeciras, la formaban unos treintas hombres todos con cuchillos, pistolas y espadas. A pesar de tal arsenal, no me cupo duda de que a lo largo del día, se habían puesto de acuerdo con los aduaneros y centinelas que montaban guardia durante aquella noche.

Hay algo en los españoles que, desde el primer momento inspiran confianza; de tal forma, que aunque rodeado de contrabandistas, nunca temí por mi seguridad. Eran las tres de la madrugada cuando entrábamos en la humilde vivienda del jefe de los contrabandistas. La casa solo tenía una habitación de medio tamaño, con una estera colgada que servía de separación para acoger otros miembros de la familia, compuesta por el contrabandista, de nombre Antonio, su esposa y dos niños. El mayor, una  chiquilla de ocho o nueve años y el otro, un muchachito de seis. Antonio podía frisar los treinta y cinco o cuarenta años; y su bonita mujer, los veintiocho o treinta. Enseguida me prepararon una cama de paja que colocaron detrás de la estera que servía de división para los dos dormitorios. Antes de desearme buenas noches, Antonio me dijo que se levantaría temprano para distribuir los géneros de contrabando y que no volvería hasta el día siguiente, a medianoche. Su mujer y su hija me prepararían el desayuno y me comprarían cualquier cosa que yo necesitara. Después nos dijimos adiós y nos acostamos.

En una ocasión contrata a un guía:

Después de salir de la ciudad, tomamos una carretera  tolerablemente llana para, a continuación, acometer un sendero de sinuoso trazado. Yo montaba una mula, mientras mi guía, un tipo alegre, caminaba trabajosamente a pie; algunas veces, a mi lado; otras, unos metros más adelante, y en ocasiones, cuando el terreno lo permitía sentado detrás de mí en el animal. La distancia de Algeciras a Cádiz es de cuarenta millas, que no pretendíamos cubrir de una vez, sino que nuestra intención era la de pasar la noche en Medina. Pronto me di cuenta de la dificultad del camino. Toda la región se presentaba una apariencia salvaje y desolada, mostrando lo poco que había cambiado España en los últimos tiempos. No existían carreteras públicas para una población escasa que vivía en extrema pobreza; las tierras sin cultivar, sin hoteles y pensiones; infestadas de bandidos y ladrones. Incluso en la proximidad de las ciudades se necesita llevar una escolta sino quieres que te desvalijen. Una visión penosa de una pobre España que si una vez fue poderosa, ahora está dividida en fracciones, arruinada por una guerra civil y desposeída de la mayor parte de sus ricas colonias, con un gobierno extremadamente débil. Existen varias causas para este declinar, aunque las más probables son: ignorancia, pereza, superstición, mal gobierno y clericalismo.

A las dos paran una hora en una posada para alimentar en una posada para alimentar a las mulas y descansar un poco. El americano no se sorprende de haber recorrido solo diez millas desde Algeciras, que les queden otras tantas hasta Medina Sidonia. Renuncia a describir el recorrido por lo imposible que le parece la multitud de vueltas que dan, y con unas subidas y bajadas por unos senderos a los que Coggeshall cree que ni ese nombre se merecen. Dice: "¡Qué soberbio país! Dios le concedió la tierra, pero ellos no supieron administrarla".

Sobre una pensión de Algeciras en la que pernocta Coggeshall:

Pedí una habitación y me mostraron una, oscura y sombría como una prisión de diez metros cuadrados, suelo de piedra y una silla, sin camas, sin mesa. Para comer todo lo que conseguí fueron huevos duros y un poco de vino. Afortunadamente, mis amigos de Algeciras me habían proporcionado algunos alimentos y con todo tuvimos una comida aceptable. Como el cansancio había hecho mella en mí, pedí una cama y sobre el suelo de piedra me extendieron una paja, sin almohadas y mantas. Cubriéndome con una capa, me arrojé sobre la cama y pronto me dormí, no despertando hasta que el amanecer lo hizo el guía"


Bibliografía:

- "Viajeros Americanos en la Andalucía del XIX". Garrido Domínguez, Antonio. 

   Editorial La Serranía, Ronda, 2007

- "Viajeros del XIX cabalgan por la Serranía de Ronda". Garrido Domínguez, Antonio.

   Editorial La Serranía, Ronda, 2006

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