“La libertad, Sancho, es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.”
don Quijote de la Mancha
Miguel de Cervantes y Saavedra
Fue el 29 de mayo del 2021 cuando pude disfrutar una vez más de este bellísimo rincón del P. N. Los Alcornocales, La Sauceda, con algunos compañeros de Comando Preston, siendo uno de esos lugares que mantiene la magia durante tanto tiempo.
Localidad de referencia: Cortes de la Frontera
Entorno: P.N. Los Alcornocales (zona norte)
Trazado: Circular
Distancia: 14 km
Altura máxima: 1.089 metros
Altura mínima: 501 metros
En el extremo occidental de la Cordillera Bética, al sur de la Península Ibérica se encuentra el Parque Natural de Los Alcornocales, uno de los parques más desconocidos, no obstante acoge una variedad y fértil biodiversidad, que sus particularidades naturales lo hacen casi único en Europa.
Un frondoso bosque de alcornoques (Quercus suber) y quejigos (Quercus faginea) en su mayoría, atesora una exuberante flora y particular fauna, saciado de historias a cada cual más cautivadora. La historia que aquí nos ocupa da cobijo a una dilatada historia.
Estratégicamente situada, arropada por la Sierra del Aljibe, la más alta del todo el bosque, en su punto más alto, llamado “Pilita de la Reina”, dicho nombre proviene de que allí se encuentra una tumba antropomorfa y se cuenta que fue usada por la Reina Isabel de Castilla para darse un baño, suceso que se supone que debió de ser posterior de la conquista de Granada, pues hizo la promesa de no bañarse hasta ver conquistado dicha ciudad.
En la cara Este de dicha sierra se reúne unas condiciones orográficas, las cuales favoreció el asentamiento de La Sauceda, el origen del nombre viene de desahuciados, pues daba refugio a personas que aprovechando la incertidumbre política del momento se dedicaban a yermar con demasía a los pueblos de la comarca. El termino de La Sauceda, estuvo en disputa entre las ciudades de Ronda y Jerez de la Frontera, por la abundancia de pastos, garantizando la cría de ganados; poseía terrenos fértiles para la siembra. Su riqueza en arboles proporcionaba buenas maderas, necesarias para la fabricación de arados y otros aparejos, siendo solicitadas por gente de otros lugares. También era de abundante caza, frecuentado por monteros y ballesteros. Estas cualidades serian decisivas en las disputas que se ocasionaron por su posesión.
El repartimiento realizado por el juez ejecutor Ruy Lope de Cibdad, respetaba la integridad de La Sauceda, siendo concedida exclusivamente a Ronda su posesión. Dicha medida ocasiono motivos suficientes para nuevas controversias entre ambas ciudades, que seguirían litigando por los términos de Cortes.
La ciudad de Jerez comienza haciendo una petición de amparo sobre la posesión del término de La Sauceda, solicitando se repartan sus términos entre las dos ciudades, al igual que se había hecho con el resto de los términos de la villa.
Comenzado el proceso, el Consejo Real manda que las dos ciudades litigantes tengan comunidad de pastos en La Sauceda hasta ser finalizado, para así evitar escándalos y antagonismo.
El pleito dio comienzo en el año 1502, pero llego a durar varios siglos.
Los datos recogido y mayor información sobre este tema “La Transición de Ronda a la Modernidad” de María Antonia Salas Organvídez, Editorial La Serranía. Real Maestranza de Caballería de Ronda.
Comenzamos a caminar en la entrada de lo que hoy es el Refugio de Montaña “La Sauceda”, que esta a pie de la carretera CA-3331, teniendo en frente una zona de aparcamientos. Ya en los primeros pasos estamos rodeados de un denso bosque y pasamos por varias casas restauradas y en los restos de la iglesia, hicimos una parada para algunas fotos y contar un poco de la historia del lugar.
La Sauceda es una de las pocas localidades (hoy en día es un paraje en el que hay habilitado un refugio) que tiene el honor de haber sido mencionada explícitamente por Miguel de Cervantes y Saavedra en su obra “Coloquio de los perros”, dice así:
Cipión: “Dejólos encerrados, y volvió a coger los trofeos de la batalla, que fueron tres vainas, y luego se las fue a mostrar al Asistente, que, si mal no me acuerdo, lo era entonces el licenciado Sarmiento de Valladares, famoso por la destrucción de La Sauceda...”
Supongo que hace referencia a D. José Sarmiento de Valladares, nació en San Román de Saxamonde (municipio que se encuentra en la provincia de Pontevedra) mayo de 1.643 y falleció en Madrid en septiembre de 1.708. Conde de Moctezuma, duque de Atrisco y fue el 32º virrey de la Nueva España.
Después de la Guerra de las Alpujarras, se establece un “eje del mal” como núcleo La Sauceda, dehesa donde antaño disponía de diez y seis leguas de travesía y fue denominada por dar cobijo, según las fuentes oficiales, a vaqueros o bandoleros que “vivían como gente que no habían de morir sujetos a todos los vicios, rapiñas, homicidios, juegos, robos, insultos y libertades”.
Es el escritor rondeño de mediados del Siglo XVI Vicente Espinel en su novela “Vida del escudero Marcos de Obregón” nombra La Sauceda en varias ocasiones, en una de ella hace una breve descripción: “...fuime a la Sauceda de Ronda, donde hay lugares y soledades tan remotas, que puede un hombre vivir muchos años sin ser visto ni encontrado si él no quiere.”
Más adelante relata la experiencia que vive el escudero a llegar a dicho lugar.
“Y para cortar razones, llegué a la Sauceda, donde lo primero que encontré tres vaqueros con muy largas escopetas, que me dijeron:
-Apéese del macho.
Yo le replique:
-Mejor me hallo a caballo que a pie.
-Pues si tan bien se halla -dijeron ellos- cómprenoslo.
-Eso sería -dije yo- quedar sin macho y sin los dineros que no tengo. ¿Quien son vuesas mercedes, que me venden el macho que yo compré en Madrid?
-Después lo sabrá -respondieron- y ahora apéese.
-Cierto -dije yo- que me huelgo, porque no he visto con mala bestia en mi vida, maliciosa, ciega y llena de esparavanes, y con más años a cuestas que una palma vieja, tropieza cada momento, y se arroja al suelo sin pedir licencia; sólo tiene una cosa buena, que se le ponen un alcalí de cebada no se moverá hasta tener sed.
-Pues con todas esas faltas la queremos -dijeron.”
Más adelante narra el encuentro que de unos comerciantes portugueses:
“Interrumpieron la relación que iba dando el doctor Sagredo unos portugueses que venían de la Vedeja con cuatro cargas de lienzo, por una senda, a su parecer, segura de los salteadores por ser muy nueva; dieron con ellos a la boca de nuestra cueva; de manera que turbados del no pensado encuentro, se arrodillaron, diciendo.
-Por as chagas de Deus naon nos matades como a patifes, nen tomedes venganza en nosas patuvisadas, que fez a santa Forneira a os castelhanos.
-Sosegaos, mentecatos -dijo el caudillo- que no queremos sino que nos vendáis el lienzo a como os ha costado.
-De muito boa vountade -dijieron ellos.
Y sacando el libro de la caja, donde venían escrito los precios, cada salteador pidió lo que había menester; y mandando el caudillo a que pagasen el dinero antes de tomar el lienzo, de que yo me admiré que usase tanta piedad con los portugueses. Tomaron su dinero, y desenfardelando para medir el lienzo, y tomando la vara para medir, dijo el caudillo a los portugueses:
-Aquí tenemos nuestro contraste y medida, como república libre; y no medimos con las varas que por allá usan, sino con las que acá tenemos.
Y pidiendo la vara para medir el lienzo, le trujeron una pica de veinticinco palmos, con que ellos midieron, y dieron a cada uno las varas que habían pedido, que les debió de salir a cuartillo por vara, con que ellos quedaron riéndose y contentos, y los portugueses callaron, y se fueron descargados del peso que traían”
La vara era una medida que no llegaba a medir el metro, 883 milímetros, exactamente. Sin embargo, la pica sobrepasaba los cuatros metros, ¡vaya cambio!
No obstante, la primera referencia literaria es la nos deja Francisco Pacheco, biógrafo que fue de don Gonzalo Argote de Molina en el “Libro de Descripción de verdaderos Retratos de Ilustres y Memorables varones”. Gracias a él, sabemos hoy de la expedición que, con derroche y ceremonia, realiza este ilustre caballero a La Sauceda, en el mes de mayo de 1590.
La razón de tan popular mensajería no fue otra que la de otorgar el Perdón Real no sólo por el citado Pedro Machuca sino, también, a todos sus compañeros quienes, exhaustos de su vida de bandoleros, habían aspirar humildemente el indulto de Su Majestad.
El escrito dice lo siguiente:
“Don Gonzalo, a esta sazón, recibió una carta de 13 de mayo de 1590, de Pedro Machuca, Capitán de 300 salteadores que habitaban en las Sierras de Xerez de la Frontera, en Nombre suyo i de 8 compañeros (cabezas de los demás) que cansados ya del daño que hacían en toda aquella comarca de Arcos, Puerto de Santa María y los demás lugares, se ofrecían en sus manos, fiados de su Piedad; para que les alcanzase perdón de Su Majestad. A quien respondió que daría cuenta al Rey i a su consejo, para que de allí viniese el remedio, quedando asentado para el año siguiente, día del Señor San Juan Bautista, que llegado partió Argote de Molina de Sevilla, con lucido acompañamiento de 24 Cuadrilleros, gallardos i bien dispuestos, vestidos de verde, con sus Alfanjes pendientes i sus Ballestas al hombro i 12 Criados de librea; i 4 Lacayos todos del mismo color. A su lado derecho el Licenciado Valladares Alcalde de Casa i Corte (famoso juez) el cual traía la indulgencia. Llegaron a la ciudad de Xerez i llevando consigo al Corregidor della i 4 veinticuatros i otros tantos jurados, con muchos Caballeros i Ciudadanos, avisaron 8 días antes al Capitán ( a quien los días le parecían años) salió con su exército a recibirlos i con grande alegría i orden. Repartidos en cuadras con sus arcabuces, banderas i Cascos. Baxando por cuatro veredas de la sierra a juntarse en el Camino Real, i haciendo puntos sus salvas, los cogieron en medio, i besando las manos a los jueces con muestra de Obediencia i humildad, caminaron por entre muchos arcos Triunfales a su Cueva. Donde estaba levantado un lucio Teatro de enramadas de Laurel, de Mirto i otras yervas i flores olorosas, i uno i otro adornado de mucha cazas de liebres, conejos, cabras, venados i jabalíes. I asentándose por orden en sus gradas, informó Argote en favor de los delincuentes, i el alcalde leyó la Carta de Perdón general, de parte del Rey nuestro Señor. La cual oyeron todos de rodillas, clamando viva el Rey Filipo. Dieron de comer a los huéspedes lo mejor que pudieron, sirviendo de Mesas aquellos espaciosos Prados, i a beber antiguos i preciosos vinos, i aguas puras i frescas; con bailes y danzas a su modo. I dándoles el Provincial un rico i liberal Donativo se repartieron, unos a sus tierras, otros a servir sus nuevas plazas, quedando la Sauceda desierta i los caminantes libres i la tierra segura.”
Cuando estallo la Guerra Civil en España en 1936, la población de La Sauceda superaba a la de Cortes de la Frontera. Allí se refugiaban los perseguidos por la represión franquista, dichas tropas que se dirigían a Sevilla y Madrid le costaba mucho el avance por esa zona por lo escarpada que es, y para poder acabar con la resistencia que allí estaba, hubo un bombardeo con aviones stukas nazis, matando a gran parte de la población, y la que sobrevivió una minoría pudo escapar mientras la otras cayeron en manos de las tropas franquistas y regulares siendo maltratados sin importarles si eran ancianos, niños o mujeres. Dicho bombardeo se produjo en noviembre de 1936 (meses antes que el de Guernika y otros muchos), dicen que incluso fue más cruel que el de Guernika (pero a La Sauceda no se le dio publicidad).
En la actualidad han reformado algunas de las chozas de las muchas que hay para habilitarlas como alojamiento rural y es un lugar privilegiado para estar varios días disfrutando de un bosque frondoso, bello y mágico.
Retomamos la marcha por unos senderos de ensueño y salvando los arroyos por unos modestos puentes de madera de buena consistencia. Subiendo lo que en un principio es un sendero con poco desnivel y disfrutando de los rododendros y la majestuosidad de los arboles. Llegamos a una pista a la altura de la edificación de un pozo de agua, hicimos otra parada para tomarnos un picoteo.
Continuamos a nuestra derecha para enlazar con el sendero que sube al pico Aljibe (1.089 metros). En esta zona hay que tener un permiso del parque. En esta subida, algo más acentuada caminamos entre unos arboles con una aberturas en los tronco que dan la impresión de entrar a otro mundo. Llegamos a otra pista donde ya vemos la cima a nuestra izquierda sin perdida ninguna y se llega con mucha facilidad.
Hay dos espolones en su parte alta, la primera le llaman la pilita de la reina donde se dice que se baño la reina Isabel, aunque este hecho se cuenta que fue anterior a la conquista de Granada, donde ella dijo que no se volvería a bañar a hasta haber conquistado la ciudad de Granada. A poco metros se encuentra el otro espolón que si es el más alto, con una diferencia mínima de pocos metros.
Retomamos la marcha para volver por el mismo camino, pero dejamos a nuestra derecha el sendero por donde subimos y continuamos por la pista varios aproximadamente unos 3 km para coger otro sendero a nuestra derecha y bajando paralelo a un arroyo hasta salir nuevamente a la pista y giramos a nuestra derecha para llegar al la Laguna del Moral. Un rincón para hacer una parada y disfrutar del entorno.
Continuamos pasando por un enorme quejigo y en poco tiempo llegamos al refugio de La Sauceda y de hay a nuestros vehículos.